Jones, una eminencia científica en desastres naturales, ha llegado a la conclusión de que “el cambio climático es el peor de los desastres porque su afección es global y en una escala de tiempo superior a cualquier otro. Los terremotos suceden en un minuto, las inundaciones pueden durar días, las erupciones meses, la pandemia del covid-19 va a ser cuestión de años, pero el cambio climático es un desastre que va a ocurrir durante siglos”.
Así lo subraya en una entrevista con motivo de la publicación en España de su libro “Desastres. Cómo las grandes catástrofes moldean nuestra historia” (Editorial Capitán Swing) en el que analiza qué revelan sobre la condición humana 11 grandes desastres que han asolado la Tierra, desde la destrucción de Pompeya por la erupción del Vesubio al tsunami que arrasó Fukusima en 2011.
Jones, que ha dedicado 40 años a estudiar fenómenos extremos para proporcionar información científica de utilidad desde el Servicio Geológico de Estados Unidos y el Laboratorio de Sismología de Caltech (California), explica que mientras escribía este libro se dio cuenta de que cualquiera de los grandes desastres que describe han sido infinitamente menores comparados con lo que supone el cambio climático.
“La paradoja es que frente a otros fenómenos, el cambio climático es predecible, hace 30 años ya teníamos información suficiente cómo para haberlo resuelto. Ya no, ahora es el momento de actuar para prevenir los peores impactos y para eso es importantísimo cambiar la actitud de la gente”.
Y eso es lo que se ha propuesto hacer desde el Centro de Ciencia y Sociedad Dr. Lucy Jones que fundó en 2016: “Trabajo con científicos sociales para entender qué emociones conducen a la gente a pasar a la acción, hemos visto que el enfado es lo que lleva a la gente a actuar. Tenemos un proyecto con artistas, sobre todo músicos, para crear ese tipo de emociones en la gente. Hasta ahora la mayor parte del arte en esa materia generaba tristeza y desazón, y con eso no vamos a ninguna parte”.
“Confío en que si fomentamos esa sensación de enfado de la población, hacemos las inversiones necesarias y aceleramos las tecnologías, seremos neutros en carbono en unos 20 años, y evitaremos los peores impactos”, sentencia.
Esta experta en comunicar el conocimiento científico en momentos de crisis está analizando la pandemia del COVID19 como desastre para su próximo libro y asegura que “confluyen las mismas casuísticas que en otras catástrofes, hemos creado héroes, buscado culpables, la empatía fluye más despacio cuando las víctimas no son de un país rico, y prestamos más atención a la Ciencia en busca de patrones que nos digan qué es seguro”.
“Cuando ocurre un desastre la gente se vuelca con la información científica no solo para minimizar la destrucción sino para aplacar su miedo, me di cuenta hace tiempo que cuando salía a hablar un terremoto clasificándolo por nombre y magnitud cumplía la misma función que sacerdotes y chamanes. Con la covid-19 ocurre lo mismo”, añade.
Jones incide en que, al igual que otros desastres, “la pandemia nos ha puesto delante de la cara las cosas que funcionan mal en nuestra sociedad, el individualismo, el egoísmo, la facilidad con la que circula información falsa”.
Para abordar este último punto insiste en que “es fundamental entrenar a toda la población en técnicas de búsqueda de información veraz. Internet lo ha cambiado todo, ahora se puede publicar cualquier cosa y la responsabilidad de fiarse de si algo es verdad está en la persona, y la mayoría de la gente no está entrenada para saber qué es real y qué no, porque era algo que hasta ahora solo hacían algunos profesionales como científicos o periodistas”.
“Para luchar contra los negacionismos y bulos hay que cambiar la educación y eso nos llevará décadas pero merecerá la pena”, subraya. EFE