En un mundo ideal, todos los seres humanos serían poseedores de cualidades y los defectos no existirían; solo habría el bien y el mal no tendría cabida, lo que sería incomprensible pues si no hay el mal no habría el bien y a la inversa. Fundamental a la vida humana es que se desarrolle dentro de esta contraposición ética ya que vivir implica elegir y de estas elecciones nacen los calificativos mencionados. El cristianismo como doctrina se fundamenta en el amor y si todos se ajustaran a él desaparecería la maldad. Como ideal es una motivación que debe estructurar las vidas individuales, pero el ideal existe más que como realidad, como una aspiración a la que debemos tender en las diversas acciones de la existencia.
El jueves santo, al margen de la violencia, es la máxima exaltación del amor en la eucaristía en la que, el pan y el vino d se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo. La crucifixión es una expresión de amor con cruda y cruel presencia la violencia y la mezquindad, pero la eucaristía está saturada de paz. En la última cena, esencial en el ritual judío, hizo presencia la traición cuando en la exaltación del amor manifestó Cristo que uno de sus discípulos lo traicionaría, como de hecho ocurrió. La traición es quizás la más despreciable expresión de odio, peor aún si es que, en lugar de estar motivada por un dudoso y cuestionable ideal lo es por la codicia.
Vivir no se limita a conmemorar acontecimientos, es poner en práctica los ideales en la vida cotidiana en permanente lucha y decisión. El amor tiene múltiples dimensiones. Una tendencia es identificarlo con la atracción emocional entre hombres y mujeres a la manera de los boleros y otras canciones. La mayor expresión de este sentimiento es la solidaridad con el prójimo, ajena al romanticismo. Es fundamental en la relación con los demás es hacer el bien renunciando al egoísmo. La recompensa va más allá de la acumulación, codicia y ambición por la riqueza. Santa Teresa de Calcuta fue una de las personas más felices al renunciar a toda comodidad material por amor a los desposeídos.