En el año 2020 un grupo de amigos dedicados a las artes escénicas se reunió para consumar un proyecto que se había gestado: rescatar la memoria de la ciudad y la provincia a través del teatro y talleres. Fue así como se creó “Contar para no olvidar”.
Siete artistas (Jefferson Castillo, Michelle Astudillo, Pablo Espinoza, Hilda Valdéz, Gabriela Yunga, Jonathan Pizarro y Lorena Barreto) se plantearon tres líneas de trabajo.
La primera: talleres para niños y docentes enfocados en compartir el patrimonio cultural inmaterial a través de los elementos teatrales. Esta propuesta, para su realización, tuvo el apoyo del Ministerio de Cultura a través de la línea de fomento “Cultura en Movimiento 2020”.
Los artistas escénicos trabajaron con docentes de la Unidad Educativa Juan Pablo II, con docentes de la parroquia Santa Ana, con los bibliotecarios de los centros culturales del Municipio de Cuenca y con niños de la parroquia El Valle.
“Lo que hicimos fue compartir los saberes a través del teatro y de las herramientas que nosotros utilizamos en nuestras obras. A diferencia de la educación tradicional, que usa la razón, nosotros ocupamos la experimentación”, explicó Jefferson Castillo a diario El Mercurio.
La estética y la escritura fueron algunos de los elementos que se usaron de manera lúdica para abordar el patrimonio cultural inmaterial. La idea era que la sabiduría de las generaciones pasadas sea transmitida a las generaciones actuales mediante un formato no tradicional.
Para los artistas, los resultados fueron positivos, porque además de la buena predisposición de los niños, los docentes aprendieron otras formas de enseñar y vincular a los infantes con la educación.
Un proyecto para continuar
En una segunda línea de trabajo se crearon obras teatrales luego de una investigación etnográfica. Los artistas presentaron Viejo arrullo, Ojitos de luna y El último anhelo, con base en el pasillo y las leyendas de la provincia.
Los trabajos también se mostraron a los niños para que conozcan la historia de los lugares que ellos habitan.
En una tercera línea de trabajo se ha planificado “Memorias de la Escena”, que son conversatorios sobre procesos artísticos.
Si bien los talleres y las obras de teatro ya se han realizado, el grupo quiere continuar con el proyecto en una segunda fase bajo la misma metodología: compartir los saberes ancestrales, el patrimonio cultural y las herramientas pedagógicas a niños y docentes.
Para ello han buscado el apoyo de instituciones públicas y privadas, con el afán de llegar a más públicos del cantón.
“Al patrimonio no solo se lo debe tratar como un bien solo para observar, sino debe ser también una herramienta para las nuevas generaciones”, dijo Castillo. (I)