Cada 29 de marzo, con enorme pesar, rememoramos el derrumbe del cerro Tamuga que, a las 9 de la noche, de ese aciago día, detendría el curso del río Paute, que recoge el caudal de los cuatro ríos que atraviesan Cuenca y, también del río Déleg, para llegar hasta el Amazonas. Una enorme represa se formaría a lo largo de 33 días, tiempo que, sin mediar una ágil resolución de las autoridades, permitió el crecimiento de esta gran presa, cuyas aguas serían desalojadas con fuerza inusitada, el 1º de mayo, del mismo año.
¡La historia de Cuenca se inscribiría antes y después de la Josefina! Cuenca, el Azuay y el Austro entero, quedaron marcados por la acción de aquello que llegó a conocerse como La Josefina. Su economía, su vialidad y su turismo se desmoronaron. ¡Cuánto dolor en lo social y en lo económico! ¡Cuánta depresión generó en los cantones orientales! Felizmente, no se registraron pérdidas de vidas humanas, pero sí una enorme regresión en las actividades agrícolas: flores, frutas y hortalizas. A los 28 años de esta gran tragedia, los campos han brotado nuevamente, luego de la aplicación de programas de reactivación del agro y, hoy, vemos con satisfacción, cómo también los saucedales se han regenerado a lao largo del río Paute y Gualaceo, otorgando belleza a esos ríos que dan prosperidad a la zona. El Austro del país, después de la Josefina, goza de renovadas posibilidades de fortalecimiento en su economía, a lo largo de esta zona oriental del país.
¡Una fecha de dolorosa recordación por lo vivido y de beneplácito al ver como esta región ha prosperado, gracias a su esfuerzo y trabajo! (O)