A pocos días de que los ecuatorianos vayamos a las urnas para elegir nuevo presidente; la expectativa de que se realice una campaña limpia sobre las propuestas programáticas de los candidatos es solo eso, una expectativa. La realidad es una campaña sucia, donde el miedo y la ira como estrategias de la campaña electoral para ganar votos son lo más usado.
En los países de la región y en el nuestro no es la excepción; estas dos emociones primarias en el ser humano han sido estudiadas por años. Aristóteles definía al miedo como la espera de un mal. La intención es revertir el voto por la opción contraria, además desactivar a los votantes para que no acudan a votar o incluso voten nulo.
Esta estrategia sucia tiene efectos en la conducta y en los sentimientos de los votantes porque el voto es un acto eminentemente emotivo; unos votan con el corazón y otros lo hacen con el estómago, pocos racionalizan el voto. Lamentablemente para ganar las elecciones el candidato debe valerse del miedo y la ira de sus electores. La indignación y el enojo marcarán los resultados del próximo domingo. (O)