El fenómeno migratorio
Hasta cierto punto, abstraídos por la pandemia y por el fragor de la campaña electoral los ecuatorianos no sopesamos en su real dimensión el fenómeno migratorio de los indocumentados que ocurre en estos últimos tiempos.
También porque es una realidad social no de ahora, sino desde décadas atrás. Acaso porque es una vía de escape mara miles de personas sin mayor futuro en el país; tal vez porque las remesas enviadas por los migrantes sostienen la economía familiar, de sus lugares de origen y aún del país.
El impacto de la pandemia erosionó la economía de todos. Miles se quedaron sin trabajo. Otros tantos no lo consiguen, entre ellos los profesionales. No ven mayor esperanza con el cambio de gobierno. Y qué decir de los habitantes de las áreas rurales. No tienen ni siquiera los servicios básicos. La agricultura ya no es apetecible. Se retacea la tierra. La atención del Estado es una quimera. Qué mejor abono para migrar.
La eliminación del requisito de viajar con visa a México, sin duda reactivó el lucrativo negocio de los traficantes de personas. Miles de pasaportes se tramitan en el Registro Civil pretextando viajes por turismo.
Hay una soterrada migración de indocumentados cuyo destino final es Estados Unidos. Y es en México donde se someten a la dura prueba.
Semanas atrás conmovió la suerte de dos niñas, lanzadas desde el muro fronterizo por un traficante de personas. En su natal Jabonillo, un caserío de la provincia de Loja, hay desolación. Muchos han migrado. Quienes lo lograron buscan la manera de llevar a sus hijos, como es el caso de aquellas dos menores.
Los pocos que quedan también quieren irse. Allí la pobreza es casi absoluta. Y cuesta creer que cerca de ese lugar hay tres agencias de viaje. A sus oficinas llega a diario la gente para saber sobre los vuelos a México. Se presume que hablan de “tours” para camuflar la dolosa actividad del “coyoterismo”.
En estos días se sabe que otro indocumentado, oriundo de Nabón, murió al caer del muro que separa la frontera entre México y EE.UU. Otro drama de los tantos que hay.
Ecuador necesita fuentes de trabajo. Ojalá el nuevo gobierno así lo entienda.