Ante un nuevo mandato

Eliécer Cárdenas E.

Sean cuales fueren los resultados oficiales de las elecciones de ayer domingo, en la agenda nacional existe una serie de cuestiones fundamentales que deben ser encaradas, y en lo posible resueltas, una vez que el régimen actual de Lenin Moreno está por concluir sin liderazgo, y lo que es peor, habiendo dejado en el Ecuador la sensación de un vacío en el mando del país, lo cual debe urgentemente ser resuelto por el próximo gobierno, que despojándose de la retórica de campaña, deberá actuar con celeridad y de forma seria y responsable frente a los grandes retos que le tocará enfrentar.

El electorado, ante la obligación constitucional de sufragar, lo ha hecho en efecto, aunque sin entusiasmo, con bastante escepticismo, e incluso inseguridad acerca del futuro, tomando en cuenta que, de acuerdo a los sondeos de opinión practicados en los últimos meses, de cara a las pasadas elecciones, las preocupaciones básicas de las mayorías son, por supuesto la pandemia, pero también la falta de empleo y la inseguridad, tema este último que se refleja en los puntos de vista de los ecuatorianos que se sienten inermes, ante al parecer imparable avance delincuencial.

La economía, como es lógico, se encuentra en el trasfondo del panorama de nuestro país, el cual ha venido manteniéndose a flote de forma precaria, gracias a los créditos concedidos por los organismos multilaterales en el año final del gobierno morenista, y que a pesar de los cuestionamientos por sus condiciones, quizá fueron la única tabla de salvación para que nuestra economía dolarizada no se fuera definitivamente a pique con motivo de la pandemia y sus graves efectos en la productividad, el empleo y la inversión que tanto requiere el país.

Un tema que, lamentablemente, pasó un tanto desapercibido por los ecuatorianos en la última campaña electoral, es el de la corrupción, fenómeno que, por supuesto, no fue exclusivo de gobiernos anteriores, sino que se produjo también y de forma clamorosa dentro del actual régimen.

Los nuevos gobernantes que resulten electos, cuando existe en buena parte de los votantes la impresión de supuestas irregularidades en los pasados comicios de primera vuelta, deben ganarse la confianza con obras y no palabras. (O)