El acto electoral del 11 de abril, trajo reacciones varias, unas de pacificación, disminución de riesgo país, aplauso y alegría en sus seguidores. El perdedor en un gesto caballeroso, reconoció su situación y felicitó al triunfador.
El Ecuador está infestado no sólo de la pandemia de la covid -19, sino que el pus brota por doquier, el Contralor estuvo inmerso en un acto que dice a las claras que las mafias, la inmoralidad, la ausencia de ética y el poder está en manos de esta clase de gente (no es el primero). No se exime el campo de los medicamentos de esta tragedia a nivel de IESS, hospitales públicos, contratos inflados en precios, engaño a medio día, porque hasta la vergüenza desapareció. Las glosas son motivo de juego entre gato y ratón, los dineros públicos son manejados y apropiados por los familiares de las “autoridades” que carentes de sangre en sus rostros, se mantienen en un hilo cuando la protesta ciudadana es generalizada, y con el razonamiento de que el gobierno central está por concluir su periodo, no sucede nada.
La opinión pública reclama categóricamente por el diario accionar de tantos zorrastrones que se llevan el país, su futuro, el desarrollo; en tanto crece el hambre, desempleo, desnutrición infantil crónica, subdesarrollo, narcotráfico y consumo interno, violencia, sicariato, turbulencia, agresiones, desprestigio de la asamblea y su pobre gestión, ministros fusibles que huyen sin dar explicación de sus actos, etc.
Presidente Lasso, su tarea es espinosa e impostergable. Cumplir con lo ofertado, seleccionar funcionarios probos, éticos y dueños de una hoja de vida limpia. Cobro de impuestos (alrededor del 4 % del PIB) a los eternos morosos, cárcel para los corruptos, recuperación de dineros robados, vigilancia ciudadana y denuncia inmediata de todo lo reñido con la moral en el manejo de lo público. (O)