El tortuoso camino de la marihuana legal en América

El continente americano se ha convertido en el gran pionero en la legalización de la marihuana con ejemplos exitosos como el de Uruguay o el de algunos estados de Estados Unidos, pero ello no exime de un largo y tortuoso camino hacia el cannabis recreativo.

Una prueba de ello es México, donde el Congreso lleva meses aplazando la normativa con un alud de voces a favor y en contra, o Brasil y Guatemala, países en los todavía no se vislumbra el consumo lúdico en un futuro cercano.

MÉXICO, HACIA EL MAYOR MERCADO GLOBAL

Tras más de un siglo de prohibición, México está a punto de convertirse en el tercer país en regular a nivel nacional el consumo lúdico de marihuana, después de Uruguay y Canadá. «México tiene 130 millones y sí sería la industria legal más grande en el mundo», cuenta a Efe Zara Snapp, cofundadora del Instituto RIA, que investiga políticas de drogas.

En un país con cifras récords de homicidios por la violencia, existe la esperanza de que la regulación disminuya el poder de los cárteles, si bien Snapp duda de que altere «las estructuras del narcotráfico», pues están muy diversificados.

Sea como sea, la iniciativa legal no nace de la voluntad política, sino de un fallo de la Suprema Corte que, tras varios amparos, declaró en 2019 inconstitucional la prohibición y obligó al Congreso a regular el asunto.

A las puertas de las elecciones intermedias, el Senado y la Cámara de Diputados no se ponen de acuerdo en el texto definitivo, por lo que ya es casi seguro que pedirán al Alto Tribunal un cuarto aplazamiento, pues el actual vence el 30 de abril.

El proyecto permite portar hasta un máximo de 28 gramos de cannabis y prevé un sistema de licencias para cultivar hasta ocho plantas en casa, fundar asociaciones de fumadores, así como producir y vender marihuana y cáñamo industrial.

«No están cumpliendo con lo que está pidiendo la Suprema Corte de Justicia porque ni el cultivo ni la posesión es libre», denuncia a Efe Pepe Rivera, del Movimiento Cannábico Mexicano, que instaló un campamento de protesta frente el Senado donde centenares de personas acuden a diario a fumar.

Los activistas del cannabis consideran que la futura ley criminaliza a los consumidores, pues prevé multas y penas de cárcel por poseer más de 28 gramos, y amenazan con recurrirla ante la Suprema Corte. «Es una ley innecesaria e irracional», reivindica Rivera.

URUGUAY, EL PIONERO EN AMÉRICA Y EL MUNDO

AME824. CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO), 19/04/2021.- Pepe Rivera, del Movimiento Cannábico Mexicano, posa durante una entrevista con Efe el 6 de abril de 2021, en Ciudad de México (México). EFE/José Méndez

Hace casi 10 años que Uruguay superó todos estos escollos y se convirtió en el primero del mundo en legalizar la marihuana.

En junio de 2012, el Gobierno que entonces presidía José Mujica (2010-2015) anunció su plan de «legalización regulada y controlada» de la marihuana para combatir el delito en el país suramericano.

Pese a una advertencia de la ONU por lo que consideraba podía ser una «grave violación» de la Convención Única de Naciones Unidas sobre Estupefacientes, el país siguió adelante y en 2013 fue aprobado por el Senado y celebrado en las calles por activistas.

Milton Romani, quien por entonces era secretario general de la Junta Nacional de Drogas, dice a Efe que la ley uruguaya «tiene varias virtudes», ya que no habla solamente del cannabis de uso adulto, sino que también incorpora la producción del cannabis de uso medicinal y la explotación industrial del cáñamo. Además, el país tiene una política de drogas con enfoque en «derechos humanos y salud pública».

En julio de 2017, tres años, siete meses y nueve días después de que el Parlamento aprobara la ley, la sustancia comenzó a venderse para su uso recreativo en las farmacias del país, sin embargo, además de requerir los permisos del ente regulador, sus dueños deben  querer comercializarla.

Así, y a día de hoy, tan solo 15 farmacias lo hacen y el precio de venta es de 350 pesos uruguayos (unos 7,70 dólares) por cada paquete de cinco gramos. Con ello se completaron las tres vías previstas en la ley para el acceso de uso recreativo a la marihuana, junto con el autocultivo y los clubes cannábicos, habilitados desde 2014.

Precisamente, la presidenta de la Federación de Clubes Cannábicos, María José Miles, asegura a Efe que la experiencia para quienes integran estos es «positiva», porque allí se puede acceder a cannabis «de buena calidad» de forma segura.

LA PARADOJA DE ESTADOS UNIDOS

En el otro extremo del continente americano, el caso de Estados Unidos resulta de lo más particular: el consumo y posesión de marihuana es ilegal a nivel federal a raíz de una ley de 1970 todavía vigente, pero su uso medicinal está permitido por prácticamente todos los estados, e incluso su consumo recreativo es legal en 14 estados y el Distrito de Columbia -donde está la capital del país, Washington-.

«En California, todo adulto mayor de 21 años con un documento oficial que lo acredite puede acudir a uno de los cientos de dispensarios que hay en el estado y comprar hasta 28 gramos de marihuana al día», cuenta a Efe Michael Telias, investigador en la Universidad de Berkeley y consumidor habitual de cannabis.

Telias loa la sencillez y facilidad del sistema, que permite incluso la entrega de marihuana y productos derivados a domicilio, pero lamenta los altos impuestos que el Gobierno californiano impone, pues es uno de los estados más caros para consumir la planta.

David Lonsdale, consejero delegado de la empresa CanaFarma Corp, especializada en la fabricación de productos derivados del cáñamo, considera que la marihuana recibe una consideración cada vez más similar a la del licor, y espera que en los próximos años se regule a nivel federal, lográndose la legalización, especialmente desde la llegada al poder de Joe Biden y con ambas cámaras del Congreso controladas por el Partido Demócrata.

GUATEMALA Y SU DURA PROHIBICIÓN

La larga sombra de Estados Unidos ha presionado durante décadas para evitar la legalización de las drogas en países productores y distribuidores de narcóticos.

En Guatemala, la marihuana está prohibida y castigada con prisión, pero la política antidrogas en el país centroamericano está prácticamente «huérfana» y con Estados Unidos como «padrastro», según el economista y politólogo Carlos Mendoza,  comisionado gubernamental para la revisión de la política antidrogas en Guatemala entre 2014 y 2015.

«Guatemala lo que hace en política de drogas es lo que Estados Unidos dice, y lo hace mal porque no tenemos acceso para que los consumidores tengan alternativas», explica el experto.

El excomisionado agrega que la cantidad de personas detenidas, procesadas y condenadas por el consumo de marihuana en Guatemala aún es alto, lo que provoca un «grave problema para el sistema de justicia», en un país con un 470 % de hacinamiento en cárceles.

La justicia guatemalteca contempla penas de hasta dos años de prisión por el consumo de narcóticos y hasta 20 años por la producción, transporte, almacenamiento o promoción de drogas, incluida la marihuana.

BRASIL, LA MARIHUANA MEDICINAL COMO PRIMER PASO

En la mayoría de casos, la aprobación del consumo medicinal de marihuana ha precedido al consumo lúdico. El uso medicinal del cannabidiol (CBD), uno de los principales activos extraídos de la marihuana, está autorizado en Brasil desde 2015, pero su cultivo con este fin tan solo está permitido con autorización de la Justicia.

La Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) aprobó en diciembre de 2019 la comercialización de productos a base de marihuana en las farmacias del país, pero el cultivo en Brasil por parte de empresas interesadas en investigar el uso medicinal de la planta o en producir medicinas sigue expresamente vetado.

Al menos una farmacéutica ya ha obtenido autorización para producir CBD en Brasil, pero la mayoría de los tratamientos que usan principios activos de la marihuana siguen siendo importados.

La facilitación en 2020 de las reglas para la importación alivió la batalla de Cristiane Palacios, quien desde hace años compra aceite de cannabidol para el tratamiento su hija Valentina, una niña de siete años con síndrome de Down y autismo y que llegó a sufrir ataques de epilepsia.

«El primer cambio (tras el inicio del tratamiento) es que paró de ser agresiva. Disminuyeron las crisis del autismo. Consiguió ver que existía un mundo fuera de su mundo y con eso empezó a interactuar» con niños y adultos, asegura Palacios en una entrevista virtual con Efe.

Abogada de profesión, Palacios dejó de lado su carrera tras el nacimiento de Valentina y durante los últimos años se ha dedicado, con la ayuda de médicos, a buscar el mejor tratamiento a base de CBD.

Pese a la mayor aceptación del uso medicinal de la planta, en Brasil la ley aún castiga con cárcel el cultivo, la comercialización, la posesión y el consumo de marihuana. EFE

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