El escritor Santiago Beruete dice que si los seres humanos desapareciesen mañana, las plantas y los árboles ni se inmutarían, pero si fuese lo contrario, nuestra especie no viviría para contarlo.
Esta es una reflexión que es preciso tomar en cuenta en un día como este, cuando se conmemora el Día Internacional de la Tierra, y más aún cuando el planeta atraviesa un momento delicado no solo por la pandemia, sino también por el cambio climático.
El desarrollo de algunos países pasó factura al mundo y causó una serie de problemas que no son ajenos al Ecuador. Según un estudio de Juan Carlos González, exgerente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la provincia del Azuay perdió cerca de 44 mil hectáreas de bosque entre 1990 y 2018.
El crecimiento de la frontera agrícola, los incendios forestales y el avance de las construcciones de cemento son algunas de las causas por las cuales los bosques y los páramos son afectados.
Un ejemplo reciente al respecto fue lo que ocurrió en la zona adyacente de la laguna de Illincocha, en el Cajas, en donde se pretendió construir una estación de bomberos. Sin embargo, aquello solo es la punta de un iceberg.
“La expansión urbana tiene su precio y poco a poco va ganando el gris al verde. Todas las áreas circundantes de Cuenca pertenecieron a un tipo de bosque andino que es alto montano y muy alto montano, y todos estos están en peligro de extinción”, dijo Gustavo Morejón, biólogo cuencano.
Si bien gran parte de los bosques han desaparecido, según el biólogo todavía existen unos cuantos que deberían ser cuidados urgentemente porque corren el peligro de ser suprimidos como los bosques que se alzaban en los alrededores de la vía que cruza por el Cajas y que conduce a la Costa.
“Al momento que nosotros estamos bajando desde Cuenca hacia la Costa podemos evidenciar que la mayor parte de la vegetación andina ya ha desaparecido. La ganadería, la educación de los pueblos, han ido quitando terreno a los bosques andinos y han ganado prácticas que no son muy sustentables”, agregó Morejón.
Fuego arrasador
Además del cambio del uso del suelo, a través de la tala de árboles, los incendios forestales son otra de las causas por las que está desapareciendo la vegetación del Azuay, que entre el 2016 y 2018 perdió un 2,26 %, según los datos del Ministerio de Ambiente y Agua.
Solo en el 2020, la provincia perdió más de 3 000 hectáreas de bosques y vegetación por los incendios, los cuales en su mayoría fueron provocados. “Si a eso sumamos lo que es tala y cambio de uso de suelo, estamos hablando de más de 5 000 hectáreas de bosque que han sido deforestados”, informó Santiago Yandún, director zonal del Ministerio de Ambiente y Agua.
A pesar de los controles y los operativos que se realizan, abarcar las más de 130 000 hectáreas de bosque que tiene el Azuay es una utopía. Ni siquiera las áreas protegidas se pueden controlar en su totalidad, pues no hay el personal suficiente.
Nueva visión
Para Andrés Martínez, experto en derecho ambiental, no basta con solo declarar un área protegida, sino que es necesario personas que puedan controlar lo que se hace en esos lugares.
“El hecho es tener presencia real. Lo importante no es solo que se declare y se proteja. Se requiere un personal humano como los guardaparques, y una de las molestias más grandes es la desvinculación de esos funcionarios. ¿Cómo se quiere tener presencia sin guardaparques? Es absurdo”, opinó Martínez.
En la provincia, el Ministerio del Ambiente tiene seis guardaparques para el Parque Nacional Cajas y Quimsacocha, pero es imposible que un grupo tan pequeño pueda recorrer toda la extensión de esas áreas protegidas.
Ante esa realidad, según Martínez, se precisa una visión que proteja los recursos naturales, y esta debe ser instaurada por el nuevo gobierno.
Nada que celebrar
Por el Día Internacional de la Tierra, que se recuerda cada 22 de abril, en este 2021 se ha hecho un especial énfasis en el cambio climático y en la pandemia que vive el mundo. La ONU, a través de su programa para el medio ambiente, explicó que si solo se confía en los compromisos actuales del Acuerdo de París, la temperatura del planeta aumentará 3,2 grados en este siglo.
“La humanidad sigue abusando del mundo natural. De forma irresponsable, saqueamos los recursos del planeta, mermamos sus especies silvestres y tratamos el aire, la tierra y los mares como vertederos”, escribió António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, quien aseguró que la pandemia ofrece una oportunidad para que el mundo cambie. (I)