La pandemia ha contribuido a mostrar que son más las semejanzas que las diferencias entre los seres humanos, pues somos todos igual de vulnerables. Hay fuerzas de la naturaleza que no respetan rangos: se te pueden llevar por delante, creas o no en su existencia. Un beneficio colateral de la pandemia que azota al mundo ha sido, sin duda, la reactivación de la demanda de lectura. El hábito de lectura vale para todo. Sirve para dar y quitar el sueño. Hasta puede ser una buena terapia para la adicción a las series.
Todos recordamos libros que nos han dejado huella. Conviene releer, recomendar y pedir consejo sobre lecturas. Hay quien lee por convicción y quien, por utilidad, pero no cabe duda de la necesidad, y tengo el convencimiento de que nos vendría muy bien hablar más de nuestras lecturas en las tertulias de café.
No importa leer varios libros a la vez, todos tendrán su momento: una buena novela de esas que atrapan, un ensayo de pensamiento, algún clásico, y no dejar de hacer relecturas de aquellos libros que nos dejaron una marca. Pero hay que tener la sabiduría de la elección. (O)