La alegría invadió el corazón de muchos ecuatorianos, cuando se determinó por parte del CNE el triunfo de G Lasso y el distanciamiento del sistema político que había actuado durante la década y lo que sucedió luego del apagón del computador en la elección que dio por triunfador a Lenin Moreno y la condecoración al artífice de aquel acto. A criterio de politólogos y economistas no puede ser el Estado el gestor económico, el paternalista sistema de bonos ni obsequios productores de hambre y falaciosa verborrea populista, peor aún admitir la corrupción alimentando con sobreprecios y a elefantes blancos en proyectos que no progresaron ni condujeron a nada útil para el desarrollo de los ecuatorianos. ¿Y qué decir del satélite espacial Pegaso, radares chinos obsoletos o la presencia de ciencia ficción en proyectos de educación superior estructurados de quimeras onerosas? La realidad es que la EDUCACION tiene que ser alimentada con el mayor interés del Gobierno, obviamente después de la salud, hoy menoscabada por la pandemia, la restauración de un Instituto de larga historia y eficiencia como fue el Leopoldo Izquieta Pérez.
Se han iniciado los conversatorios para alcanzar las dignidades en la Asamblea y queremos pensar que no priman otros intereses que los de hacer posible un gobierno de consenso, cuyos esfuerzos tienen un solo norte que beneficie al pueblo, distanciado de componendas que sustenten grupos de poder y repartos tras del escenario. El pueblo exige no más engaños, transparencia y honestidad. Nada justifica actos contra la ley, perdón, olvido, lanzar al tacho de la basura dictámenes jurídicos, hablar de indultos en atentados contra el País. El pueblo debe aportar con disciplina y colaboración a los lineamientos gubernamentales que respeten y busquen elevar sus intereses. (O)