Desde los cacos que arranchan una cartera hasta los asaltantes a grandes bancos, saben que al apoderarse de lo ajeno corren un riesgo que consiste en la pérdida de la libertad en una cárcel. Pero algunos que desempeñan funciones políticas de alto nivel y se forran de miles de millones, creen que el ejercicio del poder les concede licencia para robar y si, por alguna “extraña situación” son encarcelados o sentenciados, vuelven a la carga política para imponer o “negociar” la impunidad con el nombre de inmunidad.
La herencia del correato está plagada de atracos multi-extra millonarios, Su segundo de a bordo “disfruta de algunos años de “vacaciones” en Latacunga y el jefe de la banda ha sido sentencia a ocho años de prisión, igual ocurre con un buen número de los integrantes de la “banda”, puesto que la administración d justicia dejó de ser una dependencia para justificar sus robos. Desde su refugio en Bélgica, el gran capo financió la campaña de uno de sus chulíos para restaurar la impunidad y como perdió las elecciones hoy busca “negociar” con el nuevo gobierno esta licencia valiéndose de integrantes de la banda en la Asamblea.
La corrupción es una de las apestosas pústulas del ser humano y el sentido común sostiene que tarea esencial de los gobiernos es combatirla, recurriendo a la única cura para los atracadores: la prisión, pero para los integrantes de esta banda, “servir” al país es repletar sus chequeras. La honestidad es esencial en la vida pública y la democracia busca convertirla en forma esencial de existencia, para lo que su ejemplo es fundamental, corrigiendo los abusos de los absolutistas. Para esta pandilla, la democracia debe ser cambiada por una nueva forma de gobierno: la CACOCRACIA.