Parodiando al “dime con quién andas y te diré quién eres”, afirmaremos que “leyendo lo que escribes -qué y cómo- te diré quién eres”. También se logrará conocer el entorno, porque como dijo don José Ortega y Gasset en su frase “yo soy yo y mis circunstancias”, con el ingrediente de “mi medio” podremos estar al tanto de la familia, los amigos, el vecindario …
Hace poco glosaba a un político que renegaba de nuestra cultura por ser importada, entre ellas la religión y el idioma de Castilla, por lo que -según él- deberíamos retornar a lo ancestral. Lo que no dijo es a qué orígenes debíamos retroceder, si a los invasores incas o los cañaris, antiguos pobladores de la región que serían descendientes del mismo inicio de los Mayas venidos ellos a América de partes remotas.
Otros grupos ideológicos también vienen deshonrando el idioma castellano en las redes sociales con el cuento de la “inclusión”. Ya Umberto Eco sentenció que Internet ha generado “una invasión de imbéciles, que dan el derecho de hablar a legiones de idiotas”, portadores de la verdad absoluta”. Ahora no hay pudor ni siquiera para mostrar las intimidades menos vergüenza para defender la lengua, so pretexto de la “inclusión de género”. Así es como hablan, por ejemplo, de socialistas y socialistos o desconocen con supina ignorancia el PARTICIPIO ACTIVO que no tiene género.
Siendo el español o castellano el signo de mayor identidad cultural, es merecido homenajear el Día del idioma Castellano (23 de abril) que se instauró en memoria de la muerte del autor de “El Ingenioso Don Quijote de la Mancha”, la obra más pura escrita en este idioma. Así que todas las manifestaciones culturales emergen, evolucionan y mueren para dar paso a otras, el castellano y la religión son las más conservadoras y deben ser resguardadas celosamente por los usuarios y practicantes.
El deterioro del castellano es preocupante, al parecer estaríamos yendo a un segundo fenómeno de Babel. Antes de que esto suceda, nuestro idioma debe seguir recibiendo una valoración especial a fin de que goce de calidad en todo orden de la vida. Si en los cumpleaños cantamos Las mañanitas de Vicente Fernández, el Día del Castellano deberíamos recitar con Juana de Ibarburou: “Lengua castellana mía, / lengua de miel en el canto, / de viento recio en la ofensa, /de brisa suave en el llanto/” (O)