Si advertimos con una atenta mirada los diversos hechos geopolíticos, religiosos, sociales y culturales que ha tenido nuestro país a través de la historia, el mes de mayo quizá sea el más especial del año.
Razones no faltan para justificar su importancia; en este mes, todos los ecuatorianos celebramos y rendimos un merecido homenaje a todas nuestras queridas madres por todo lo que ellas son y significan, es también el mes en el que la iglesia católica relieva la vida y el mensaje de la Virgen María. También, el primero de mayo, el mundo entero celebra el “Día del Trabajo”. En uno de sus días también los ecuatorianos revivimos el mensaje de Independencia y Libertad que nos legara una de las más importantes batallas suscitadas en las acrisoladas breñas del Pichicha un 24 de mayo de 1822; en ese lugar, se consolidó y se selló el fin de la opresión, del abuso, de las atrocidades y de las arbitrariedades cometidas por un régimen dictatorial español que reinaba en ese entonces, régimen que, en vez de construir o reconstruir una nueva cultura, no hizo sino destruir la identidad y los valores de una sociedad aborigen que, hasta hoy y con mucha justicia, aún reclama sus inalienables derechos.
El 24 de mayo de 1823, la Real Audiencia de Quito celebró su primer aniversario de la batalla de Pichincha y su incorporación a la Gran Colombia de Bolívar; sin embargo, años más tarde, un 13 de mayo de 1830 se separó para dar paso al nacimiento de la República del Ecuador, hecho que más tarde un 14 de agosto fuera ratificado con la primera Constituyente de Riobamba y hoy en honor a la magna fecha de Libertad e Independencia, también el 24 de mayo se procede con una imponente ceremonia en la entrega-recepción del poder Ejecutivo.
En fin, todo lo que recordamos y celebramos el mes de mayo, nos debe obligar e inspirar a todos los ecuatorianos a defender a toda costa la verdadera Libertad e Independencia, tan mancillada, mal tratada y mal interpretada en los últimos años. (O)