Cae el telón del sabático periodo al que le remató la triple crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia del Sars Cov-2, cae el telón y, entre dudas y esperanzas, se prende un hilo de expectante tensión, primero porque casi todos, siempre hay de los otros, pensamos que difícilmente alguien podría hacerlo peor y; segundo, porque, más allá de las derechas y las izquierdas, hoy necesitamos, más que nunca, ideas claras, procesos transparentes y compromisos serios; y, ninguna de esas condiciones son patrimonio liberal o socialdemócrata.
Lasso llega presionado, más por la necesidad que por la expectativa, pues más allá del triunfo esta la forma que, inevitablemente, condiciona el fondo, pues es claro que un grueso, el más grueso me atrevo a especular, de su electorado le es ajeno y lo tomó como acción de reacción y descarte de la alternativa; Lasso ganó bien, pero ganó con voto ajeno, su base política es corta y tendrá un espacio, igualmente corto para consolidarla como plataforma de gobernabilidad.
Por el lado de la expectativa la cosa es un tanto más clara: salud y empleo; vacunación e ingreso; vida y esperanza; la partitura es sencilla, pero la interpretación muy compleja, así en los primeros cien días Lasso marcará el ritmo de la relación; los primero cien días convocarán el pacto de largo aliento o la resistencia activa, porque en los primeros cien días Guillermo Lasso ofreció vacunar nueve millones de ecuatorianos…
Después del sabático ejercicio de justificar sobre la culpa ajena, necesitamos un liderazgo con la capacidad para tomar decisiones y ejecutarlas, un liderazgo capaz de asumir el compromiso de cumplir con una promesa sobre la cual se asienta el contrato social.
Si a la perfidia sabática le sucede un compromiso ético, su contenido liberal, conservador o socialdemócrata será un espacio de encuentro político posible para construir una realidad sostenible. (O)