Siempre estuvo al margen. En la historia, Cuenca destaca por ser una ciudad pujante, decidida y convencida de encontrar en las dificultades razones y mecanismos para avanzar. En sus inicios, los negocios de exportación de metales, cascarilla y sombreros, de la mano de artesanías y trabajo en general, fue visto como resultado de un ejercicio de habilidad y dedicación. En el siglo XVII, Cuenca ya exportaba textiles y abastecía a su mercado interno con producción ganadera y agrícola, enviando lo restante a la Costa ecuatoriana.
Pero nunca estuvo entre las principales urgencias para el Estado. Pues, además se la estudia como una ciudad en la cual su población evita el conflicto, no hace “justicia por mano propia”, respeta la institucionalidad y la decisión de un juez; confía en sus autoridades y reconoce la valía de una vida en armonía y cercanía colaborativa en donde todos asumen sus roles y caminos.
Hasta aquí la historia se ha construido. Pero al día de hoy, Cuenca necesita avanzar y proyectarse. Su configuración familiar, industrial, textil y empresarial ha alimentado su presencia en el mapa nacional e internacional, pero es tiempo de ejecutorias urgentes.
La ciudad está abandonada avanzando hacia un millón de habitantes. Sus vías principales -de acceso y comercialización- requieren intervención con la posibilidad de alianzas público privado. El manejo de sus recursos económicos debe ser íntegro y de calidad. No puede seguirse improvisando, cuanto antes tiene que entrar en vigencia las reformas tributarias para que los impuestos pagados por los cuencanos se queden en Cuenca. Debe tomarse en serio la vida de los cuencanos, no cabe que la ciudad más importante para el turismo del país, sea sede de una cárcel con los más peligrosos del país. Su patrimonio material e inmaterial, debe ser protegido con la asignación efectiva de recursos que permitan tutelarlo.
La seguridad de todos, la vida y salud de cada cuencano, tienen que ser respetadas y atendidas. Los hospitales no pueden estar al margen de la innovación y modernización. Hay que terminar con la Cuenca del abandono. (O)