Amor materno

Al nacer el niño es como un papel en blanco, en el proceso inicial de su vida predomina el aprendizaje informal para incorporar su ego a formas de comportamiento que requiere su condición. Más allá del proceso biológico, compete a las madres asumir la tarea de enseñanza que, luego de algún tiempo, implica caminar y hablar. No hay academias para este proceso, lo que cuenta es la actitud materna con el nuevo ser que depende plenamente de ella en casi todos los aspectos, comenzando por la alimentación mediante la lactancia. Nuestras personalidades inician su desarrollo partiendo de una dependencia plena de la madre.

Las diversas culturas hacen frente a este problema con variaciones. No existen academias ni centro formales de educación para este inicio de desarrollo. Las madres deben hacer frente a esta situación partiendo de un elemento básico en la vida: el amor. La conducta humana no depende tan solo de la capacidad de razonar, pesa mucho en su funcionamiento la afectividad en las relaciones con los demás. El más positivo de estos sentimientos es el amor que impulsa las relaciones con los demás en múltiples formas. Sobresale entre todos, el amor materno que en dimensiones diferentes se mantiene a lo largo de la vida de los hijos. La existencia humana es posible gracias a la amorosa dedicación materna en los inicios de la vida.

Uno de los días más ricos en simbolismo que se han establecido en diversos países, es el de la madre que celebramos hoy. No se trata de una celebración cualquiera. En ella se rinde especial homenaje a la entrega de las mujeres para posibilitar la existencia de los nuevos seres; como respuesta hay una correspondencia afectiva de los hijos en la que se entremezclan el afecto y la gratitud. Muy difícil establecer una jerarquía entre las formas y expresiones del amor, pero el materno ocupa un sitial preferente por la entrega y sacrificio individual que conlleva. Con intensidad nos unimos al reconocimiento a las madres.