El mes de mayo de cada año es un tiempo especial por cuanto está dedicado a honrarle a la Virgen María y reconocerle como madre nuestra y de la humanidad, pero también el segundo domingo se conmemora el día de las madres y no necesariamente deben ser madres biológicas, se rinde homenaje a las madres adoptivas, tías, madrinas que cumplen con la misión maravillosa de mamás.
Hay un singular proverbio del pueblo hebreo que dice: ¡Como Dios no podía estar en todas partes, entonces hizo a las madres!, esto para expresar lo sublime, lo inmensamente importante que constituye la misión recibida del Creador, de traer la vida, cuidar, proteger, organizar un hogar, ser madre y esposa, que lo hace ciertamente copartícipe de una responsabilidad suprema, figura decisiva en la historia de cada ser humano.
Winston Churchill, el gran estadista y primer ministro de Inglaterra escribió: ¡Lo mejor que puede sucederle a un ser humano es tener una madre inteligente y sana! Y su madre era afectuosa y próxima a su hijo, pero a la vez exigente con él en cuanto al cumplimiento de sus obligaciones, y aquello es de gran importancia porque con frecuencia confundimos cariño con consentimiento y sobreprotección.
Cuando la madre decide voluntaria y generosamente quedarse en casa en su hogar, los hijos tienen a la madre con ellos en todo momento. Esto les da seguridad, arraigo, identidad, permitiendo desarrollarse emocionalmente con más facilidad. La madre, por su parte, conoce a la perfección a sus hijos y sabe lo que necesitan, por ello su esposo, familia y la sociedad misma deben valorar y reconocer esta entrega filial.
En este día tan singular, extiendo mi saludo y reconocimiento a nuestra querida madre Teresita en sus 92 años, a mi incansable esposa Jhanet, a mis abnegadas hermanas, a todas las madres de nuestra ciudad, recordándoles la suprema labor que les confío Dios. El proverbio: ¡La mano que mece la cuna, es la mano que gobierna el mundo!, no está alejado de la verdad. (O)