Un detallado estudio anatómico de Pelecanimimus polyodon -un importante dinosaurio hallado en Cuenca (centro de España)- revela nuevos conocimientos sobre la evolución de los ornitomimosaurios, un grupo de dinosaurios terópodos emparentados con las aves modernas que habitaron Laurasia y África en el Cretácico.
Pelecanimimus fue el primer dinosaurio no aviano descubierto en el yacimiento de Las Hoyas, un humedal de hace 125 millones de años. Hallado en 1993 por Armando Díaz Romeral, representa el primer registro de un ornithomimosaurio en Europa y el primer dinosaurio no aviano articulado identificado en España; es el único ejemplar conocido.
Hoy, expuesto en el Museo de Paleontología de Castilla-La Mancha, es aún uno de los dinosaurios españoles que más información proporciona, dada su excepcional preservación (mitad anterior de un esqueleto, incluidos los dos brazos completos y el cráneo).
Sin embargo, y a pesar de ser una especie de referencia en la literatura sobre los ornitomimosaurios, hasta el momento no se había publicado una descripción detallada del ejemplar, indica la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en una nota, en la que recuerda que este ejemplar «impactó la paleontología en los años 90».
Concretamente, este nuevo estudio del esqueleto postcraneal (columna vertebral y extremidades) de Pelecanimimus polyodon aporta nuevos conocimientos sobre la evolución de la mano y el esternón del linaje de los ornitomimosaurios («lagartos imitadores de aves»).
Los resultados revelan que este linaje presenta una tendencia al alargamiento de las manos, presentando unas falanges y/o metacarpales más largos que sus parientes más primitivos.
Pelecanimimus es también el único ornitomimosaurio que conserva un esternón osificado, cuya morfología es similar a otros manirraptoriformes como Velociraptor, a los ovirraptorosaurios y a las aves primitivas.
También es el único de su grupo que presenta unas proyecciones asociadas a las costillas de las vértebras dorsales que se denominan procesos uncinados.
Estos procesos están presentes también en las aves y son zonas de inserción muscular cuya función es mejorar los movimientos mecánicos de las costillas y el esternón durante la respiración, facilitando la inspiración y la expiración.
Su presencia en dinosaurios terópodos no avianos, como es este caso, indica que estos ya contaban con un mecanismo de respiración parecido al de las aves actuales.
«Aunque la historia evolutiva tanto del esternón como de los procesos uncinados es difícil de establecer, ya que son elementos muy delicados y que no se preservan fácilmente en los esqueletos fósiles, Pelecanimimus muestra que estos elementos estaban ya presentes en los ornitomimosaurios y que su morfología es muy parecida a la de muchos otros terópodos», concluyen los autores.
Los resultados se publicaron en Zoological Journal of Linnean Society y además de la UAM, participaron la Universidad Nacional de Educación a Distancia, el Museo de Dinosaurios de la Prefectura de Fukui (Japón) y la Real Academia de Ciencias.
El equipo fue liderado por la paleontóloga Elena Cuesta, del Museo Paleontológico de Munich (Alemania) y la Universidad Prefectural de Fukui (Japón). EFE