De manera definitiva, nos encontramos frente a una situación completamente difícil y que nos ha llevado posiblemente a los límites de nuestra paciencia, comprensión pero sobre toda las cosas, de resignación. El saber que nos enfrentamos, según lo saben explicar las estadísticas emitidas por las autoridades del caso, a la meseta más alta de contagios y consecuencias de la terrible enfermedad denominada como Covid-19 y sus variantes, nos pone los pelos de punta en medio de un ambiente alterado, inundado de temores e incertidumbres.
¿Será que aprendimos a convivir con el virus y sus consecuencias? ¿Nos cansamos del encierro? O simplemente, ¿le hemos perdido el miedo de las posibles consecuencias de un contagio?, pues sean estas u otras condiciones, el resultante de nuestras decisiones nos ha colocado hoy en día en una posición poco favorable tanto para la sociedad entera, como para la economía de la mayoría de empresas.
A todo esto, se puede observar y se vuelve casi imposible la no generación de ninguna reacción en nuestro interior cuando conocemos que en otros países, se están desarrollando sendas campañas comunicacionales para evitar el desperdicio de vacunas pues prácticamente han podido inocular a una buena porción de la población, mientras que en nuestro medio tenemos historias preocupantes provenientes de diversos frentes las cuales pululan por la consecución de una dosis de esperanza para algún ser querido, o inclusive, para nosotros mismos. (O)