Ninguna actividad dignifica al hombre mejor que el trabajo, valor sine qua non que nos diferencia de los demás vivientes. De ahí que, en la pirámide de sus necesidades este valor debe ser de prioridad de todo gobierno, hasta llegar a comulgar con el viejo refrán: “¡Dale un pez y comerá un día; enséñale a pescar y comerá siempre!”. Orillando cualquier ideología, las autoridades tienen el deber y la obligación de preparar a la gente en el trabajo honrado, responsable y eficiente.
El trabajo es el principal protagonista de la vida, del que es imposible huir; de hecho, no es una obligación social ni la consecuencia de un increíble pecado transmitido inocentemente de generación en generación ni siquiera condición de la Naturaleza. Es un derecho individual, un don intrínseco de la especie, sin el cual el hombre no poseerá dignidad menos equidad de la que tanto se habla. La psicología da cuenta que el trabajo configura la personalidad y ésta enriquece la Tierra.
Al inicio del mes se evocó al trabajo como máximo fin del mundo y con él el máximo fin de la humanidad. Como otras fechas el primero de mayo estuvo apagado por la situación que vivimos; sin embargo, la dirigencia sindical no dejó de reclamar por sus derechos salariales. Es cierto que sus aspiraciones son justas y fueron respaldadas por quien borronea esta nota, pero siempre con reparo a no mirar más lejos de su situación, sabiendo que hay un grueso de compatriotas que no tiene para llevar un pan a su casa. El mayor problema que conlleva a la inequidad es el desempleo y el subempleo.
Las tasas y análisis guarismáticos siempre son tediosos, por eso ahora simplemente recordar que el país soporta una tasa de del 6 % de desempleo, 23 % de subempleo y solo un 33 % de empleo, con una canasta familiar que requiere de al menos 700 dólares mensuales. Estos números son suficientes para demandar como primerísima prioridad la creación de fuentes de trabajo. Los sindicalistas no sólo deben exigir derechos para su gremio sino pedir trabajo para todos.
Ad portas de la nueva administración del Estado hay que apoyar la inmediata reactivación de la economía y la equidad para los habitantes, concediéndolos trabajo y así dignidad que es lo que quiere el ciudadano decente. No hay que ser egoísta exigiendo mayores beneficios personales o grupales sino oportunidades para todos. (O)