El presidente electo Guillermo Lasso ha designado a Marcelo Cabrera Palacios, ministro de Transporte y Obras Públicas, una responsabilidad que implica renunciar a la Asamblea Nacional para la cual fue elegido por el pueblo azuayo.
El también exprefecto del Azuay y exalcalde de Cuenca asume uno de los más complicados ministerios, tanto porque el sistema vial del país aún es insuficiente, inequitativo, ha sufrido destrozos por el invierno, cuanto porque los recursos económicos son esquivos.
Hace falta, además, políticas y decisiones para que la construcción, mantenimiento y modernización de las carreteras tengan otros esquemas de ejecución y administración.
El nuevo ministro, ingeniero civil y excatedrático de la Universidad de Cuenca, no es un improvisado en la gestión pública.
De seguro que su experiencia le servirá para emprender los cambios necesarios, la priorización de obras, sobre todo para que su labor, teniendo como punto central al país, se fije en las provincias históricamente relegadas.
Marcelo Cabrera conoce de sobra que el sistema vial a cargo del MTOP divide al país. Uno es el que lo tiene casi todo, y está bien que así sea; otro es el que a estas alturas del siglo XXI aún tiene vías de segundo y hasta de tercer orden.
También sabe que el “nervio vial” mueve la producción del país y, por ende, la economía. Y es, en esta medida, que deberá aunar esfuerzos e iniciativas para que Municipios y Consejos Provinciales contribuyan con lo que les corresponde para que las carreteras sean sinónimo de conectividad y de desarrollo.
Tendrá que poner orden en el ministerio, descentralizarlo, desconcentrarlo, y hasta un inventario de reconstrucciones en vías que nunca terminan y están peores.
El reto que Cabrera se ha puesto sobre sus hombros es enorme. El gobierno de Guillermo Lasso tiene el deber de apoyarlo, mucho más porque parte de su compromiso con el país es la vialidad.
El desafío está en sus manos. Sabe que un ministro es un “fusible” en cualquier gobierno. Entenderá que su gestión con resultados le justificará ante el pueblo azuayo haber renunciado a su curul en la Asamblea.