Luego de los años del proceso caudillista del 2007 en adelante, debemos tomar como fundamento de la república democrática, nuestra historia, con todos sus logros y problemas, su realidad y la esencia de la nación, es que vemos un mundo en conflicto entre la pretensión de una revolución marxista con tintes racistas de neo comunismo y la búsqueda de la identidad ecuatoriana, en ese encuentro del mundo nativo y el mundo mestizo hispano, con todo lo que significa de cultura occidental, con sus avances científicos y su indudable aporte a la humanización creciente de las instituciones.
En el siglo que vivimos encontramos el avance del conocimiento científico para mejorar la calidad de vida de los miles de millones de personas que integramos la familia humana y vemos también la línea ética de valor sustancial que se define como la solidaridad en su cuantificación de justicia social, con las funciones claves de la democracia para gestar el Estado de Derecho.
Por eso cuando observamos la crispación de la violencia tras las amenazas de nuevas movilizaciones a lo octubre del 2019, siguiendo el lineamiento terrorista de Chávez, agitando y destruyendo la estabilidad de Chile y Colombia, debemos ponernos en alerta. Es que no se puede no se debe permitir el caos social con el pretexto del alza de tarifas en combustibles y factores como el sistema tributario, el Gobierno debe actuar en la línea de la recuperación productiva con líneas claras de política socioeconómica, para asegurar con realismo y previsión a los sectores más vulnerables de la sociedad. En esta perspectiva es imprescindible definir la política a seguir en el IESS y más instituciones, como las previsionales, garantizado su autonomía integral, devolviendo la solvencia de su patrimonio, pagando lo adeudado por decenios, precisando su marco operativo y definiendo su papel rector en el bien común. Los ecuatorianos retomamos nuestra historia y el cambio real de nuestras instituciones. (O)
