Porque, y al final de cuentas, el problema estriba, y lo definía muy bien Krishnamurti (2002, pág. 31) en: “saber si el individuo es un mero instrumento de la sociedad, o si es el fin de la sociedad”.
¿Qué es lo fundamental?, ¿qué lo superfluo? ¿qué lo accesorio y lo ornamental? ¿qué lo utilitario?
El retorno progresivo es urgente, pero no debemos confundir urgencia con improvisación o negligencia, debemos considerar que, aunque vacunados los docentes, faltan por vacunar a los alumnos, pues también se pueden contagiar y contagiar en casa, el retorno es urgente y eso es innegable, pero las condiciones resultan innegociables.
La educación virtual, desde las condiciones de acceso excluye y margina y eso, aunque real, no legitima el riesgo, todo lo contrario, empuja en dirección de construir nuevas y mejores condiciones de acceso a las plataformas de educación dinámicas, reconociendo que, tras un año de pandemia con el volante en sabática mano que confundía indigencia con emprendimiento, poco o nada avanzamos en la transformación que el nuevo mundo demanda.
Si el principio fundamental es el bienestar del colectivo, entonces la salud va a la delantera, en medio campo debemos colocar la educación y, para defenderlos fortalecer la organización social y repartir el poder hacia todas las esferas de la sociedad.
Si el principio fundamental es la economía entonces incluyamos en la malla curricular una nueva materia que se llame: ¿qué hacer en caso de cisne verde?
Aplausos a la articulación pública el plan de vacunación, tras cuatro años de pereceo público, volvemos a ver plan y propuesta en marcha, pero cautela con el retorno progresivo, cautela y pie de plomo, el retorno sin vacuna probó en otras latitudes ser caldo de cultivo ideal de los rebrotes que pretendemos evitar, el año lectivo termina en pocas semanas, ¿en verdad hará la diferencia el apuro? (O)