Cuando Sebastián tomó la decisión de regresar al colegio habló con muchas personas. Sus padres no se opusieron, con la condición de que sea corresponsable con los cuidados para evitar contagiarse de COVID. Sin embargo, la posición de sus tíos y primos no fue la misma, pues le dijeron que «estaba loco» si regresaba a las clases presenciales.
Aunque la opinión de sus familiares era importante, lo que quería era la aprobación de sus padres. Fue entonces cuando regresó a la Unidad Educativa Santa Ana, una de las 25 instituciones que recibieron el permiso del Ministerio de Educación y del Comité de Operaciones de Emergencia nacional para reiniciar ayer las clases presenciales en Cuenca.
A pesar de que tenía computadora e internet para conectarse a las clases virtuales, Sebastián, de 17 años, extrañaba a sus compañeros del segundo de Bachillerato, y el aprendizaje de manera presencial. Para él no es lo mismo estar frente a una pantalla que tener al profesor a unos cuantos metros.
“Regresar, por lo menos para mí significa compartir con mis compañeros, hablar con el profesor. Y para estar acá debemos cuidarnos entre todos, ser responsables. Mis papás confían en que yo respetaré las medidas de bioseguridad, y yo confío en el colegio”, dijo Sebastián.
La Unidad Educativa Santa Ana ya había experimentado un primer retorno a las aulas cuando el COE aprobó su Plan Institucional de Continuidad Educativa en noviembre del 2020; sin embargo, con el recrudecimiento de la emergencia sanitaria se suspendieron los permisos.
“Tuvimos ya la oportunidad de estar cuatro semanas en clases presenciales. En ese tiempo no tuvimos ningún contagio dentro de la institución. Ahora retomamos las clases con el apoyo del 85% de los padres de familia”, dijo Pablo Crespo, rector del Santa Ana.
Para retomar las clases, la institución dividió su campus por sectores con el objetivo de garantizar el espacio suficiente en procura de evitar el contacto entre los estudiantes de las distintas aulas, lo cual es una de las recomendaciones que han hecho las autoridades.
A más de ello, el establecimiento habilitó una plataforma digital para que los padres de familia ingresen cada día alguna novedad respecto a la salud de los estudiantes que asistirán a las clases presenciales, en caso de existir, y adecuó un dispensario médico dentro de la institución.
“Con todos los controles que existen me siento segura. Mis papás me permitieron regresar a las clases presenciales porque saben que hemos estados encerrados todo un año y porque confían en mí. Lo que me dijeron es que debo cuidarme. Con las clases virtuales, no se aprende bien”, dijo Dana.
Dana, al igual que sus compañeros, cuentan con computadoras e internet en casa y tienen la posibilidad de optar o no por las clases presenciales, a diferencia de algunas parroquias y comunidades rurales del Azuay que no disponen de estos dispositivos, algo que ha afectado el proceso de aprendizaje de los chicos durante la pandemia.
Volver a la escuela
En Cuenca, 25 instituciones educativas recibieron la aprobación del COE nacional para reanudar las clases presenciales, de las cuales cuatro están en las parroquias rurales de Molleturo, Chaucha y Victoria del Portete. En este último establecimiento, considerado como Unidad Educativa del Milenio, también se decidió convocar a los estudiantes a las aulas porque las necesidades de aprendizaje son diversas.
“No todos los estudiantes de la institución tienen internet, y si cuentan con el servicio, es deficiente. Era necesario que los estudiantes tengan la oportunidad de regresar. Nosotros hemos armado un plan de retorno paulatino para cuidar y cuidarnos”, dijo Jorge Riera, rector de la Unidad Educativa del Milenio de Victoria del Portete, que cuenta con más de 1 000 estudiantes inscritos.
La institución decidió que el retorno sea por días. Por ejemplo, ayer volvió un grupo de los primeros años de Educación Básica y de Bachillerato en diferentes edificios, y hoy regresará otro grupo que no tendrá contacto con quienes ya estuvieron en las aulas antes ocupadas.
Dentro del plan se estableció que por lo pronto los estudiantes no tendrán más de 80 minutos de clases. Las aulas deben estar ventiladas y desinfectadas antes del ingreso de los alumnos.
Para los profesores de Victoria del Portete es clave el control, el cuidado de los estudiantes y el apoyo de las familias para que las clases presenciales sean una oportunidad de ayudar a los niños y adolescentes que ni siquiera han podido formar parte de las clases virtuales de manera regular.
“A mí me fue más o menos con las clases virtuales. A veces no tenía internet para conectarme. A veces unas clases entendía, otras no entendían muy bien”, dijo Carlos, estudiante de noveno año.
Al contrario de los estudiantes de Victoria del Portete que estaban contentos de volver a ver a sus compañeros luego de casi un año y medio de pandemia, en algunas madres que esperaban a sus hijos afuera de las aulas hubo escepticismo. Para ellas la enfermedad sigue, pero sus representados no pueden seguir estudiando a través de una pantalla.
“Yo tengo tres hijos. Al principio no teníamos internet ni celulares, pero tocó buscar una manera de ayudarles. A veces tenían clases a la misma hora y no había el equipo para todos. Sí tengo miedo de traerles, pero no podemos seguir así. Yo quiero que estudien, que se preparen”, dijo Laura Paredes.
Expectativas
No todas las instituciones que tienen permiso retornaron a las actividades presenciales, pero se espera que cada una se reactive entre esta semana y la otra.
Según la subsecretaria de Fundamentos Educativos, María Auxiliadora Rodríguez, quien visitó Cuenca para dar seguimiento a la aplicación del plan de retorno a las aulas, se prevé que cerca de 12 000 estudiantes del Azuay, Cañar y Morona Santiago (zona 6) regresen a las clases.
Para Rodríguez, la reapertura es necesaria con la corresponsabilidad de los padres, de las instituciones educativas y de los profesores, quienes en la zona 6 ya recibieron la primera dosis de la vacuna para la COVID-19.
En 15 días el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación informarán al COE nacional los resultados de esta reapertura que, por lo menos, a los estudiantes les ha generado alegría, pues luego de un año pueden volver a verse en las aulas. (I)