El futuro de la conservación del océano pasa por un impulso a los proyectos de carbono azul en todo el mundo, que permita la gestión eficaz de ecosistemas costeros valiosos con fondos económicos de aquellos que quieran o necesiten compensar sus emisiones.
El carbono azul es aquel que almacenan los ecosistemas marinos y costeros, que actúan como potentes “esponjas” de CO2, llegando a capturar hasta cuatro veces más CO2 que los bosques.
Sin embargo, mientras los bosques cuentan desde hace más de una década con un mecanismo para compensar a quienes los protegen por las emisiones que evitan a la atmósfera, a través del programa REDD+ de Naciones Unidas, está fórmula apenas ha sido explorada en el mar.
Para impulsarla, el Centro de Cooperación del Mediterráneo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN-Med) acaba de lanzar el primer “Manual para diseñar e implementar proyectos de carbono azul” en Europa y el Mediterráneo.
Este tipo de iniciativas está pensado para las más de 50 millones de hectáreas de ecosistemas costeros que existen en el mundo: humedales, praderas submarinas y manglares, con una gran capacidad de secuestro de carbono en sus sedimentos.