El Ministerio de Educación, resolvió poner en práctica el denominado Plan Piloto de retorno a las clases presenciales, para lo cual se ha designado a un determinado número de planteles educativos, a fin de que, con debidos protocolos y medidas de seguridad el alumnado de estos pueda asistir a clases presenciales. Se aclaró, además, que este retorno será voluntario, es decir según el criterio de cada padre o madre de familia.
Indudablemente resulta positivo, que a casi un año y medio del cierre de los establecimientos educativos del país, debido al Covid 19, se haya resuelto iniciar de manera escalonada el ansiado retorno a clases presenciales, ya que a nivel del mundo entero la experiencia de una educación virtual generalizada ha resultado problemática, comprobándose que, esta no puede reemplazar de manera integral a la educación presencial, es decir con la asistencia de alumnos a clases, donde los maestros imparten los respectivos conocimientos para una formación efectiva e integral. Por ello países como los de Europa y EE.UU., durante la pandemia no descuidaron sin embargo abrir las aulas, sin poner en riesgo a los alumnos, por supuesto.
En el Ecuador, buena parte de la población carece de la tecnología necesaria para una cobertura eficiente de la denominada educación virtual, y aún en el caso de que los padres de familia cuenten con algún aparato electrónico, estos resultan insuficientes y de poca cobertura, sobre todo en zonas rurales. Adicionalmente, muchos padres de familia se han quejado del escaso contenido didáctico de la educación virtual en algunos establecimientos, sea por falta de experiencia de los maestros en el manejo educativo a través de la tecnología, o simplemente por desidia.
Con el avance del Programa de Vacunación a nivel nacional, es de esperar que el retorno a la normalidad en el sistema educativo ecuatoriano, sea por fin una realidad a corto plazo, ya que es evidente que estos dos ciclos lectivos afectados por la pandemia, representan un grave vacío en la formación de los estudiantes.
