Es justo hacerle llegar una especial felicitación al doctor Alejandro Borrero por haber ido a ver personalmente el desastre en que están sumidos los centros de atención médica. En los pocos que ha visitado ha verificado que carecen de medicinas, insumos y equipos. Quienes los dirigen consideran que es su obligación encubrir esa tremenda situación. Claro que muchas veces ellos son los responsables.
El sistema “gerencial” impuesto en los hospitales públicos desde el correato es una causa. Se creyó hacer una gran cosa al poner “gerentes” en lugar de los “directores”. Dijeron que aquellos, economistas o administradores de empresas, podían volverlos más eficientes. Pero estos consideran que la “rentabilidad” es el objetivo principal. Reducir los minutos del médico para atender a su paciente y así aumentar el número de atenciones. Cosa absurda pues la atención médica no puede ser medida en esa forma; es variable según las personas y sus necesidades médicas y humanas. Comprar las medicinas según su precio. Consideran que las más baratas son mejores. Tremendo error. Consideran, así mismo que hay que dar preferencia a las que se utilizan en más número y para más pacientes, por eso compran más paracetamol que medicinas contra el cáncer, poco usadas ya que este tipo de enfermos es escaso –por suerte. Además, estas medicinas son muy costosas y los gerentes creen que eso es utilizar mal el dinero comprando cosas tan caras para tan pocos pacientes.
He allí unos pocos ejemplos de lo que viene sucediendo con este sistema “gerencial” para los hospitales.
Otro problema son las adquisiciones y la corrupción. Antes cada hospital podía hacer sus compras, pero por desgracia la corrupción era cosa de todos los días; las coimas bramaban. Entonces se creyó que sería mejor hacer compras en el Ministerio de Salud o en La Dirección General del IESS, para poner dos ejemplos. El correato inventó la Ley de Contratación Pública para frenar la corrupción, pero fue peor. La corrupción se trasladó a nivel central y hubo demora exagerada en las compras y en los envíos a “provincias” y en éstas ni se puede comprar ni se recibe con la debida oportunidad. Estas son unas pocas observaciones sobre el problema. (O)