Un año entre protestas y adioses, el personal médico venezolano ante la COVID

Hace un año, los trabajadores sanitarios de Venezuela despidieron a su primer compañero fallecido tras contraer COVID-19 mientras atendía la pandemia. Desde entonces, han denunciado que no cuentan con equipos de protección suficientes y que, algunos, siguen sin recibir vacunas, mientras, según su recuento, han perecido 651 trabajadores.

Se llamaba Samuel Viloria, era médico del estado Zulia y no debía estar en primera línea porque estaba en tratamiento por un trasplante renal, según recuerda a Efe el director ejecutivo de la ONG Médicos Unidos de Venezuela (MUV), Jorge Lorenzo. Falleció el 16 de junio de 2020 y fue el primero.

Desde entonces, otros 650 trabajadores de la salud han muerto por covid-19, según las cuentas que lleva MUV, aunque Lorenzo sostiene que eso es lo que han podido documentar y «no es la realidad», pues sospechan que el número «es mucho mayor».

El último reporte, publicado este mismo miércoles y que tiene ayer como fecha de corte, muestra que 13 trabajadores sanitarios murieron con criterios para COVID-19 en tres días, un número que no deja de crecer.

CONTRASTE DE CIFRAS

El número de la ONG contrasta con la cifra oficial de fallecidos por COVID-19 desde el inicio de la pandemia que, según el Gobierno, era de 2.865 hasta este martes. Un dato puesto en entredicho por asociaciones y sindicatos médicos que consideran que muchos fallecidos por la enfermedad que causa el nuevo coronavirus no son incluidos en las listas.

Según Lorenzo, que también duda de las cifras oficiales, ese número tan bajo se debe en buena medida a la falta de pruebas PCR y al control de la información sobre la pandemia por parte del Gobierno.

A la hora de considerar las razones de la mortalidad entre el personal sanitario, el médico, especialista en salud pública, afirma que las autoridades «en ningún momento» han atendido las peticiones y necesidades de los profesionales de la salud.

«Inclusive, cuando comenzó la epidemia, hicimos una encuesta para conocer cómo estaba preparado el sistema de salud (…) y cómo estaba la protección que teníamos presunción que era necesaria», detalla.

Las conclusiones eran claras, no contaban con equipamiento, personal o formación suficiente para abordar la pandemia. Doce meses después siguen denunciando que la situación no ha cambiado.

«Nunca nos preparamos, nunca tuvimos la visión de ‘vamos a proteger al personal sanitario'», denuncia acerca de la actitud de las autoridades.

Toma la palabra Mauro Zambrano, representante de sindicatos de trabajadores de hospitales y clínicas de Caracas y coordinador de Monitor Salud, que agrupa a numerosos empleados del sector, para poner cifras a la situación actual: los contagios entre trabajadores se multiplican «debido a que no se hacen las pruebas de despistaje necesarias» entre el 75 y 78 % de los casos.

«Entonces un trabajador que vaya a laborar, si no le haces el despistaje adecuado puede contagiar», subraya.

Sobre los equipos de protección, añade, hay una escasez de guantes que ronda el 56 % y solo en un 3 % de los centros de salud cuentan con todos los equipos de protección necesarios.

Además, solo el 6 % de los centros tienen jabón o desinfectante suficiente para mantener la asepsia adecuada y el 27 % tiene suministro de agua entre 19 y 24 horas al día, según los datos de los que dispone.

ENTRE LA ANGUSTIA Y LA DEPRESIÓN

Al miedo de contagiarse, se suma entre los trabajadores sanitarios venezolanos unos sueldos que, en la mayoría de los casos, son menores a diez dólares; la frustración de no ser escuchados y la sobrecarga laboral.

Entre la migración y el personal médico que han optado por buscar otras alternativas de trabajo que les permitan vivir mejor, Zambrano estima que «están asistiendo a los centros de salud entre el 22 y el 25 %» de los trabajadores.

Es decir, faltan tres de cada cuatro trabajadores y, el resto, deben suplir su falta con un esfuerzo adicional.

«El personal está fatigado, está cansado y, como ha habido tantas renuncias, el principal problema es (la sobrecarga) de las personas que se quedan laborando (…) Esta noche habrá una enfermera en servicio de 40 o 50 pacientes, o varios servicios en el mismo piso sin descanso en la noche», explica Lorenzo.

Frente a esa situación, los psiquiatras de Médicos Unidos pusieron en marcha un estudio entre los trabajadores que muestra que el 72 % de ellos tenía síntomas de ansiedad.

Además, el 73 % de los encuestados, todos ellos trabajadores sanitarios de distintos ámbitos, tenían síntomas de depresión.

Lorenzo explica que esos resultados son «unos valores altísimos» que están por encima de países en los que se han hecho estudios similares.

La más dura muestra de un personal que se muestra fatigado, agotado por la pandemia, las malas condiciones laborales y, especialmente, por no ser escuchado tras un año despidiendo a compañeros. EFE

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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