En esta época aciaga hemos visto partir, a numerosos amigos y parientes; tal pareciera que a destiempo o antes de tiempo; unos por causas conocidas y otros hasta por desconocidas, al menos para el profano.
Uno de aquéllos ha sido RENÉ DURÁN ANDRADE, con quien tuvimos un trato más cercano, espacial y temporalmente, desde la escuela y el colegio Rafael Borja de Cuenca, a cuya promoción de bachilleres del 1965 nos pertenecimos, y, más tarde, en la Universidad, por más que el cursara la Facultad de Jurisprudencia, que entonces ocupaba el mismo edificio con la de Economía y Filosofía.
Doctorado en Derecho, obtuvo una beca para estudios de Bibliotecología en París, Francia, que luego le sirvieron para organizar su Notaria; en calidad de Notario, permaneció en el cargo por muchos años, hasta su jubilación cuando abrió oficina particular, en libre ejercicio profesional. Fue autor de algunas publicaciones, relacionadas con temas jurídicos y notariales.
Se dice que fue afectado por EL CORONAVIRUS, a cuyos efectos falleció sobre los setenta y tres años de su edad. Hombre culto, sensible a las bellas letras y a la pintura; por un tiempo fue profesor de Literatura en el Borja, resabios de su internado en el Colegio Loyola de Cotocollao, Quito, y de su discipulado del PADRE AURELIO ESPINOSA PÓLIT S.J., el más notable Humanista Clásico Ecuatoriano.
Con DURÁN ANDRADE recuperamos en la Memoria, a la búsqueda del tiempo perdido, como lo quería MARCEL PROUST, los años de la infancia, de la juventud y de la madurez; antes de él partieron ya LUIS TONÓN, LEONCIO CAMPO, JOSÉ DILLÓN, MAX VINUEZA…
Otros Amigos dejaron también este mundo temporal: Arturo Sacoto, Leonardo Coellar, Juan Eljuri, José Vásquez, Teodoro Pozo, Jaime Torres, Fernando Salazar, Rolando Valdivieso… (O)