La ministra de Educación, María Brown, visitó Cuenca y mantuvo reuniones con representantes de diferentes sectores de la educación. Uno de sus retos es el regreso de los estudiantes que abandonaron el sistema de educación por la emergencia sanitaria.
Usted presentó una serie de objetivos para el Ministerio de Educación, ¿cuáles son los que deben cumplirse a corto plazo?Creo que hay varios.
Nosotros presentamos cinco ejes y dentro de ellos hay hitos que deben cumplirse a corto plazo. El primero fue, porque creo que estamos en eso, el avanzar en la reactivación de las unidades educativas en este ejercicio de ir poco a poco avanzando hacia la presencialidad. Lo hemos cumplido en parte porque es una responsabilidad que continúa. Otro elemento fundamental era tener un diagnóstico claro de la infraestructura de las instituciones educativas. Hemos alcanzado ello, pero tenemos que ir actualizándolo porque pueden pasar cosas. Dentro de ese mismo eje está el diseño de los puntos de encuentro, porque necesitamos información censal para tomar políticas públicas. Y para eso necesitábamos tener contacto por lo menos una vez con el estudiante para saber cómo están, y con base a eso tomar decisiones. En ese sentido ya estamos con el pilotaje en 50 instituciones que son puntos de encuentro. Dentro de estos primeros 100 días tenemos el desafío de publicar el modelo pedagógico multigrado. Esto es fundamental porque la reapertura de las instituciones, que serán 100 en el 2021, tienen que ir acompañado de un contenido. No es abrir por abrir.
¿Se refiere un modelo pedagógico para las escuelas rurales?
Sí. Son 900 las que vamos a abrir a lo largo de los cuatro años, pero en este año vamos a abrir 100. No lo vamos a hacer solos sino con las comunidades educativas y con el sector privado que nos está apoyando, que están apadrinando algunas instituciones educativas. Aquí (Azuay, Cañar y Morona Santiago) vamos a empezar con 25.
Algo que no aclaró la ministra anterior fue sobre el número de estudiantes que desertaron por la pandemia. Tuvo que venir la UNICEF a hacer un estudio para decir que 90.000 estudiantes de Ecuador se quedaron fuera del sistema educativo. ¿Qué pasa en Ecuador?
Allí tenemos unos datos que siguen siendo estimaciones, por eso hay la necesidad de hacer el diagnóstico censal y por eso hemos planteado estos puntos de encuentro que había mencionado, porque, mientras no podamos hacer este contacto con todos los estudiantes para saber qué paso, para saber si están trabajando, solo tenemos reportes, pero no son censales, entonces son estimaciones. Ahora sí hay datos oficiales del Ministerio de Educación, que se asemejan a la encuesta de UNICEF. Sabemos que, de un año al otro, la matrícula decayó en 92.000 estudiantes. Sabemos que hay 108.880 estudiantes que no entregaron portafolio. Esto también es un indicador, pero no es el indicador de abandono porque el no haber entregado el portafolio, o el haberse matriculado no son garantía de que, primero, estén aprendiendo o que estén asistiendo. Esto solo nos ayuda a tener estimaciones porque probablemente sea mucho mayor que estas dos cifras. Seguramente será mucho más que 92.000 y será mucho más que 108.880. No es alentador, al contrario, creo que nos vamos a enfrentar a una situación de mucho rezago.
Otro de los problemas que ha dejado la pandemia es el crecimiento de la brecha entre el estudiante que se gradúa en la zona rural y el que se gradúa en la zona urbana, y esto se va a ver cuando quieran entrar a la universidad pública. ¿Cómo responder a esto?
Allí hay dos elementos. El primero es el tema de plantear un examen que no esté basado en conocimientos sino en habilidades, que eso es lo que está planteando la Senescyt. ¿Qué nos permite esto? Es conocer el nivel de compresión lectora de los estudiantes, el nivel de pensamiento crítico, más allá de sí sabe el dato específico del currículo tal o cual. Entonces esto sí nos permite ser un poco más democráticos en el ejercicio de la prueba. El segundo elemento es que sin lugar a duda el sistema de educación superior está consciente de que estamos en un momento de brechas, y que al ingresar el estudiante a la universidad va a tener que hacer procesos de nivelación, así como lo haremos en el sistema de educación básico y de bachillerato. Con toda honestidad, a mí me preocupa más los chiquitos en este año de no haber tenido las clases desde el punto pedagógico cognitivo porque esas edades de primera infancia son las más dramáticas con respecto al avance de la plasticidad cerebral. Un niño que no ha sido estimulado, que no ha tenido un acompañamiento, nunca va a poder recuperarse de esa brecha.
Sin embargo, a pesar de ser importante, el año anterior el Ministerio de Educación cerró el Servicio de Atención Familiar para la Primera Infancia. ¿Qué va a pasar con ese programa?
Tenemos que hacer una reactivación del SAFPI, pero no solo del SAFPI sino de otras ofertas que no dependen solo del Ministerio de Educación sino del Ministerio de Inclusión Social, y esto es lo que estamos trabajando con la ministra Mae Montaño porque necesitamos también que poco a poco se reabran los centros de desarrollo infantil integral, el SNH, el SAFPI, es decir, es todo un sistema que lamentablemente no podemos abrir de un día al otro. Ha habido procesos de SAFPI que han continuado, yo debo decir que no todos los SAFPI han cerrado. Sí se redujo por temas presupuestarios, pero ahora estamos recontratando ya SAFPI.
Uno de los temas importantes que toca las reformas de la LOEI es el regreso del Bachillerato técnico, y que no haya solo el Bachillerato Unificado. ¿Trabajarán allí también?
La Ley Orgánica de Educación Intercultural en las reformas que se plantearon y que están con medidas cautelares no plantea precisamente el regreso a lo que era antes las especialidades. Es como un híbrido porque sí tiene un tronco común. Esto es positivo. Lo que sí creo es que tenemos que reevaluar la pertinencia de las figuras. Hoy en día existe el Bachillerato Técnico. Nunca ha dejado de existir, pero ha mermado la cantidad de bachilleratos técnicos, ha bajado las matrículas en los bachilleratos técnicos y aumentó el bachillerato en ciencias, y esto da cuenta de un tema que tiene que ver con algo que se posicionó mucho que era que uno tiene que estudiar educación superior, y no cualquier carrera sino una licenciatura y ojalá llegues a tener un doctorado. Tenemos entonces un trabajo pendiente en la LOES en el mecanismo de articulación con el bachillerato técnico y la educación superior para que incluso se pueda reconocer algunos créditos para que haya trayectorias que incentiven que los estudiantes que están en un bachillerato técnico continúen sus estudios en esas mismas áreas.
Todo lo que ha mencionado requiere de un presupuesto. ¿Hay ya una estimación del presupuesto que tendrán para los próximos meses?
Recibimos un presupuesto prorrogado que termina de ser ejecutado hasta finales de septiembre, ya luego toca la nueva proforma del Estado. Hemos revisado con el Ministerio de Finanzas cuáles son las necesidades. El presupuesto con el que se trabajó este año es de 3.000 mil millones de dólares, de eso, el 80 % es corriente, y el 20 % es inversión. Y el 70 % de todo este presupuesto van en los gastos de salarios, uniformes, libros. Tenemos identificados presupuestos para cumplir con algunas de las cosas que consideramos que son urgentes. Hemos destinado 107 millones de dólares para poder trabajar en las intervenciones de las infraestructuras en la dotación de insumos de aseo y limpieza necesarios para los retornos paulatinos y controlados. Esto se irá ejecutando a lo largo de este año. Para esta zona (Azuay, Cañar y Morona Santiago) vamos a invertir en mantenimiento 615.205 dólares, en temas de materiales de aseo 227.647 dólares y en servicios de aseo 204.408 dólares. Esto ha sido producto de una reorganización del presupuesto que teníamos. Adicionalmente tenemos identificado un presupuesto para pagos en efectivo de incentivos jubilares adicionales al IESS, por 12 millones de dólares que empezamos a pagar en las próximas semanas. (I)