Las cenizas quedan como producto de la combustión de algún material. Normalmente se muestra como residuo en polvo y otra se pierde en el humo que el aire lo lleva. En muchos casos, la combustión es resultado de una omisión, en otros la consecuencia de una acción o inacción voluntaria. Es decir, a sabiendas.
El génesis de la corrupción no se remonta a la naturaleza misma del ser humano -como interesados personajes han querido confundir-, sino a actos reflexionados y volitivos por los cuales una persona asume la definición o decisión de realizar una conducta reñida con el deber ser. Funcionarios o autoridades pueden caer en un abuso de poder que lleva al indebido uso intencional de recursos financieros en donde priman intereses de grupo o de persona.
Los efectos de la corrupción en el ámbito económico, generan ineficiencia en la gestión, también implica el incremento de los costos de producción o la detención de la priorización de gasto. En materia de derechos sociales -para la gente- implica la posibilidad concreta de ventajas financieras de una institución o del Estado a detrimento de las condiciones de dignidad humana de los miembros del tejido social. Se ha estudiado que en la India el 80% de la ayuda en susidios alimentarios es robada desde los funcionarios públicos. Igualmente, la corrupción produce una notoria carencia de legitimidad en las instituciones democráticas, convirtiéndose los actores políticos en una “espeluznante especie”, generando una constante pérdida de interés de la población en la política y la abstención de acciones salvadoras desde quienes -los buenos- pueden hacerlo por la sociedad.
Políticamente la corrupción es apropiarse de bienes y necesidades comunes o públicas para intereses de tipo privado. Sí, aquella como una desviación en el ámbito gubernamental o del servicio público; pero, además, existe también en conductas privadas o estrictamente sociales corruptas, cuando se falsea la verdad, se engaña, se evade tributos o se miente al profesor. No es naturaleza humana, es decisión (in)humana que tiene que quedar en cenizas. Para de las cenizas, hacer un mejor país. (O)