El mercado de consumo y su voracidad no solamente nos vende cosas, nos vende ideas, tendencias, estándares, patrones, dictámenes… que está in y que está out, cómo sobresalir y tener éxito, cómo incrementar tu “sex appeal”, cómo hacerte rico y aumentar amigos, etc. etc. etc… una lista de títulos sugeridos que a la larga tienen el mismo fin ¡alcanzar la felicidad!, aunque claro el cómo alcanzarla difiera… y es que pensamos en la felicidad como un estado a alcanzar a través de varios pasos a seguir, recetas y fórmulas mágicas, un logro, una meta; o quizás como en un objeto o artículo a comprar, un “producto” ofertado por el mercado de consumo, que lo encontramos en cualquier percha de supermercado; un objeto de consumo que tiene su periodo de caducidad, su oferta y demanda, hay que conseguirlo pronto porque se acaba, porque se agota, porque se daña…
Y esta parece ser la clave en donde se basan y tienen éxito las tácticas de mercadeo (el arte de mentir), en un ser humano que no se siente por sí mismo satisfecho, contento, que busca llenarse con lo que el mundo de afuera le ofrece, viendo siempre fuera de sí lo que todavía no tiene, no alcanza, no logra… y si, las cosas ya no bastan, ahora hay que capturar, conseguir, tener experiencias que nos brinden, nos generen satisfacción y placer… es lo que el mercado de consumo publicita y vende a través de todas esas imágenes de personas bellas y alegres, con sonrisas perennes en sus perfectos rostros, dentro de ambientes bien decorados y lujosos, así se venden marcas de ropa, perfumes, lugares, sensaciones… todo evoca placer y gozo, por lo tanto “lo tengo que tener”, adquirir tal artículo, vivir determinada experiencia, conseguir a tal persona… y es que dentro de estos parámetros del mercado todo se vuelve un objeto, que tiene un precio y entonces alcanzar la felicidad va directamente asociado con cuanto, que y a quien puedo comprar…
Paralelo a esto tenemos un mundo que contrasta y nos muestra otra muy diferente y real vivencia: sonrisas que no desaparecen frente a rostros de miseria y dolor, ambientes muy bien decorados y alegres frente a espacios lúgubres tristes y desolados, solitarios pues su gente ha emigrado, fiestas y celebraciones, luces de bengala frente al fulgor de bombas y metrallas, banquetes ostentosos donde se desperdicia y se bota el alimento frente a niños hambrientos que buscan comida en un basurero, entonces qué felicidad es la que buscamos? ¿de qué felicidad hablamos?, qué mentira nos contamos?… (O)