Jovial, cariñoso, pero recto en sus convicciones y amante de la lectura pese a solo contar con los primeros tres años de colegio, son algunas de las características del puertorriqueño Emilio Flores, el hombre más longevo del mundo con 112 años, según el Guinness World Records.
Así es como Tirsa Flores, una de los cuatro hijos que tuvo el anciano junto a su esposa, Andrea Pérez, con quien estuvo casado más de 75 años, describió este jueves a su progenitor a Efe, después de que el Guinness World Records lo confirmara el miércoles como el hombre de mayor edad en el mundo, con 112 años y 236 días.
«Yo salía con él para las tiendas y era bien jovial. Entabla una conversación con cualquier persona. Era muy dinámico, fuerte de carácter, pero amoroso. Cuando tenía que decir algo, lo decía a raja tabla», detalló Tirsa sobre algunos de los dotes que ostentaba su padre previo a tener que permanecer en cama por condiciones de salud.
LA CRIANZA DE «MILLO»
El 8 de agosto de 1908 nació en Carolina, municipio aledaño a San Juan, Emilio Flores, conocido como «Millo», el hijo mayor de Alberto Flores y Margarita Márquez, padres de once hijos.
Desde muy pequeño, Flores comenzó a ayudar a su padre trabajando en la agricultura, sembrando maíz, ají, pimientos y recogiendo huevos de las gallinas.
También se dedicaron a la siembra de la caña de azúcar, un producto que se daba con abundancia en la isla, y parte de sus labores se centraban en abonar y montar la caña en vagones.
Además, por ser el hermano mayor se dedicaba a labores domésticas y al cuidado de sus hermanos.
SINTIÓ REMORDIMIENTO POR NO SEGUIR ESTUDIANDO
Flores también acudió a la escuela, de la cual solo completó los primeros tres años, en los cuales logró aprender a leer y escribir, logros que para su padre «fueron suficientes» para continuar adelante con su vida.
«Mi papá se fue a trabajar con su papá, pero nunca le perdonó no seguir estudiando, porque todavía, pasando sus 100 años, decía que su papá no había hecho bien, porque quería estudiar», admitió Tirsa.
«Siempre anheló ir a la escuela. Y aún con solo llegar a tercer grado, sabía mucho de matemática. Y le gustaba leer. Leía mucho el periódico y la Biblia. Cuando escribía, tenía una letra muy bonita. También le gustaba mucho la política y cantar», agregó.
EL PATRIARCA FUE EL SUSTENTO DE LA FAMILIA
Emilio Flores se casó a sus 27 años con Andrea, de 20 años, al momento de su unión.
El matrimonio concibió cuatro hijos: Irda Luz, Olga Soraida, Emilio Flores, conocido como «Millito», y Tirsa.
Pérez falleció el 1 de marzo de 2011 a sus 95 años.
Para sustentar a su familia, el patriarca de la familia partió de la isla para trabajar en el estado de Nueva Jersey, donde aún vive parte de la familia Flores, dijo su hija, ya septuagenaria.
En Nueva Jersey, según contó Tirsa, su papá trabajó en una lavandería y recogiendo frutas, y también vivió en Chicago (Illinois), donde trabajó en una fábrica de hielo.
No obstante, tras una situación familiar, Emilio, quien cuenta con cinco nietos y cinco bisnietos, se regresó a Puerto Rico y se quedó en la isla.
«Mi padre abandonó a su familia buscando mejores cosas, pero regresó y continuó trabajando como agricultor. Así fue que nos pudo sostener económicamente», destacó Tirsa.
«Mis papás nos enseñaron a progresar, ser honrados y leales, y no mentir… valores que no se borran. Siempre que pensaba en algo que pude haber hecho y sabía que no estaba bien, pensaba en mis papás. Fueron personas que nos enseñaron a valorar las cosas, y pese a la falta de recursos, seríamos las mejores personas del mundo», abundó.
Tirsa, por su parte, nunca se casó, por lo que siempre ha vivido con sus padres.
Por ello, vivió a diario el matrimonio de sus padres y fue la primera persona en recibir la noticia de que su progenitor es el hombre más longevo del mundo.
HIJA RELATA EL MOMENTO DE CONOCER LA GRAN NOTICIA
«Cuando recibí la noticia, pues me emocioné demasiado, y llorando de la alegría, de gozo, de felicidad, orgullosa y halagada de un padre que sufrió y luchó por todo lo que hizo para que nosotros fuéramos los mejores hijos», resaltó Tirsa.
«Es la mejor herencia que mejor uno recibe: los valores, saber desenvolverse, amar al prójimo y no hacer daño a nadie. Y todavía de viejito era muy precavido con todas esas cosas», agregó.
El puertorriqueño logró la marca mundial que ostentaba el rumano Dumitru Comanescu, quien mantuvo el récord durante menos de un mes antes de fallecer el 27 de junio de 2020, a la edad de 111 años y 219 días.
La tenacidad y fortaleza del patriarca de los Flores fue tan destacada que a sus 103 superó una cirugía para colocarle un marcapasos cardíaco y a sus 108 sufrió de una obstrucción intestinal, que también superó. EFE