Llegan las vacaciones y, en otros tiempos, los niños habrían recurrido al trompo, a la macateta, a la rayuela, a los marros, a las escondidas y más juegos recreados con encanto y reiteración, no obstante, recordarlos, nos satisface y nos permite una regresión, de enorme significación.
Fue en la calle, donde ese aparato denominado trompo, construido en madera, en formo de cono y atravesado por una punta metálica y susceptible de otros materiales, encontró en su danzar, su dimensión lúdica y festiva y ahora, perdido en los recodos del tiempo.
Hoy, en atención a la era digital y a los juegos audiovisuales, la vigencia del trompo y de los otros juegos, ha quedado restringida, siendo lamentable su casi desaparición. Las imágenes que ahora se captan en las calles y plazas, ya no tienen al trompo, que baila en a mano de su jugador, sino es el dispositivo digital o celular que, con multiplicidad de ofertas ha desvanecido la fiesta callejera y la simplicidad de los juegos acostumbrados. Rendimos homenaje a quien se dice, fuera el creador del trompo en la capital de la república, Jorge Rivadeneira, cuyo dominio lograba que el trompo bailara sobre la cuchara suspendida en la boca o sobre su usual boina y que falleciera en este mes de junio.
El juego del trompo ha sido desplazado por la tecnología, llevándose consigo una suerte de magia y de sortilegio en los niños y adolescentes. (O)