Sin duda, el nuevo gobierno inicia su gestión con buenos pronósticos. Y si bien es cierto que aún no entramos de lleno en la aplicación del plan de gobierno, la producción ya se recupera, la vacunación avanza sin dilaciones y se respira un ambiente de optimismo que le hace mucho bien a la economía. Y claro, no podría ser de otra manera, considerando los catorce años de debacle económica del correato, aquella borrachera de despilfarro y corrupción, cuya resaca podría durar todavía algunos años. Sin embargo, hay un tema que preocupa. No es secreto para nadie que entre las grandes víctimas de la revolución se contaron los gobiernos autónomos descentralizados. Y entre ellos la orgullosa Cuenca, tierra y pueblo generosos que sufrieron estoicamente todos los desplantes, dilaciones, engaños y excusas del centralismo.
Por eso uno esperaría que, entre las principales reivindicaciones del nuevo gobierno, se encuentre la construcción de mecanismo expeditos para honrar la histórica deuda del gobierno central con los GAD de todo el país. Sin embargo, hasta ahora al menos, las señales han sido contradictorias. Por un lado (y es digno de aplaudirlo de pie), el proyecto de reforma a la Ley de Régimen Tributario Interno en cuanto se pretende que, en adelante, los GAD y las Universidades ya no deban entregar el IVA de sus compras al gobierno central, lo que aportaría un flujo de liquidez que supera los USD 360 millones, mismos que se quedarán en los territorios donde fueron gestionados. ¡Bravo!
Sin embargo, ha existido también un primer desacuerdo. Un profundo desajuste de cuentas por el cual, el gobierno nacional asegura que su deuda histórica con los GAD alcanza el valor de USD 371 millones. Cifra abismalmente distante de los casi USD 1.700 millones que realmente se deben. Un desajuste del 343 % en perjuicio de los territorios que sería, desde todo punto de vista, inaceptable. Y ojalá logremos encontrar una solución. Ojalá, porque de lo contrario, estaríamos hablando de un primer paso en falso de la nueva administración. Uno que no puede, no debe permitirse pues, si algo tenemos claro, es que, con nosotros, nadie se vuelve a equivocar… (O)