Una multitud de simpatizantes de Julian Assange pidió este sábado su liberación al celebrar con un pícnic en el centro de Londres su 50 cumpleaños, que el fundador del portal WikiLeaks vive en la cárcel, a la espera de que se resuelva su proceso de extradición a Estados Unidos.
Encabezados por la pareja del activista y madre de sus dos hijos pequeños, Stella Moris, los manifestantes se congregaron en la plaza del Parlamento, donde tendieron una manta gigante en la que se reclamaba su puesta en libertad.
La diseñadora británica Vivienne Westwood estuvo entre los famosos que asistieron al acto, donde los participantes comieron el pastel que cortaron Moris, de 38 años, y sus dos niños, Gabriel, de 4, y Max, 2, nacidos cuando el informático estaba refugiado en la embajada de Ecuador en Londres.
«Esto ha durado demasiado y debe parar», afirmó Moris, que durante las últimas semanas ha liderado una campaña para concienciar sobre la situación de su novio y recaudar fondos a fin de seguir con la lucha legal.
Entre otras cosas, la abogada, apoyada por políticos británicos y australianos, ha pedido al presidente estadounidense, Joe Biden, que retire los cargos contra el antiguo hacker, que, según sus abogados, podrían acarrear hasta 175 años de cárcel en Estados Unidos.
El pasado 11 de abril, Assange, al que EEUU reclama por presuntos delitos de espionaje e intrusión informática por las revelaciones de su portal, cumplió dos años de prisión preventiva en la cárcel de alta seguridad londinense de Belmarsh, a la espera de que se resuelva su proceso.
Una jueza de primera instancia de la Corte de Magistrados de Westminster rechazó en enero su extradición por motivos de salud, al considerar que presenta riesgo de suicidio, pero Washington recurrió esa decisión y será el Tribunal Superior el que decida su futuro, en una fecha aún por precisar.
Assange, que no ha sido condenado por ningún delito, fue detenido en 2019 después de ser sacado por la fuerza de la misión ecuatoriana en Londres, donde se había refugiado en 2012 tratando de evitar precisamente su entrega a Estados Unidos, que finalmente, hace dos años, pidió su extradición.
Previamente, el australiano estuvo bajo arresto domiciliario en Inglaterra, hasta un total de casi 11 años de encierro desde que en diciembre de 2010 fue detenido en Londres por la Policía a petición de Suecia, que quería interrogarle por un caso de presuntos delitos sexuales de los que no fue imputado y que eventualmente se archivó. EFE