El estadounidense Matt Damon siempre ha querido ser actor. Más de tres décadas de exitosa carrera profesional después, no escondió este viernes en el Festival de Cannes que aunque puede ser un negocio «fantástico, también es brutal».
El intérprete, de 50 años, señaló que lo dejará en cuanto pierda el entusiasmo, pero en su conversación ante periodistas y público en una clase magistral del certamen, que se celebra del 6 al 17 de julio, no dio atisbos de que ese momento esté cerca.
«Me gusta mucho hacer esto. Siempre me ha gustado. Cuando postulé para la universidad, mi primera frase decía que desde que tengo memoria he querido ser actor», dijo el mismo día en que presentó fuera de competición «Cuestión de sangre» («Stillwater»), de Thomas McCarthy.
El actor habló en terreno favorable, con un público entregado que lo recibió en pie, pero demostró en poco más de hora y media por qué pese a su estatus de estrella se le sigue viendo como a un tipo normal.
«Normalmente lo que vende es el sexo y los escándalos, y todo el mundo sabe que estoy casado y que soy padre. Estoy relativamente libre de polémicas. A los medios no les compensa esperar delante de mi casa», apuntó.
Su carrera despuntó con «El indomable Will Hunting» («Wood Will Hunting») en 1997. Llevaba ya una década en la industria en roles menores, pero ese proyecto junto al desde entonces inseparable Ben Affleck les dio a ambos el Óscar al mejor guion original.
Pasada la fase en la que aceptaba cualquier cosa con el fin de trabajar, el actor asegura que elige las películas ahora en función del director. Un requisito que ha unido su currículum al de los nombres más destacados del panorama cinematográfico contemporáneo.
De Gus Van Sant, con el que repitió en «Tierra prometida» («Promised Land») (2012) después de «El indomable Will Hunting», a Martin Scorsese («Infiltrados») («The Departed»), (2006), George Clooney («Suburbicon», 2017), Christopher Nolan («Interstellar», 2014), Steven Soderbergh («Contagion», 2011), los hermanos Coen («Valor de ley») («True Grit», 2010) y Clint Eastwood («Invictus» 2009).
«Ha sido un verdadero privilegio. Si tuviera que trabajar solo con los que ya lo he hecho, consideraría que tengo suerte, aunque hay tantos directores con los que me gustaría trabajar», añadió Damon.
Él mismo dijo haber estado cerca de dirigir varias veces, como en «Tierra prometida», pero todas las oportunidades se cayeron por estar comprometido en otros proyectos, una lealtad por la que su chequera no es tan grande como hubiera podido ser.
«James Cameron me ofreció el 10 % de ‘Avatar’, pero estaba trabajando en ‘Borne’ y me dije que no podía abandonar la posproducción. Nunca vais a conocer a un actor que haya perdido más dinero», bromeó.
Damon dijo haber aprendido a economizar sus esfuerzos. «No es que trabaje menos, es que lo hago mejor», señaló agregando que haber encontrado la estrategia que le funciona le ha hecho perder menos tiempo.
En ese cambio gradual han influido también sus tres hijos: «En cierta manera te vuelves más frágil. No me cuesta tanto conseguir ciertas emociones, como la alegría o la tristeza. Y eso es fruto de haber sido padre».
Formar parte de la saga «Ocean’s Eleven» o meterse en la piel un astronauta en «Marte» (The Martian) (2015) ha afianzado su nombre en la industria, pero entre todos sus proyectos prefiere aquellos en los que también se implicó en la producción, como «La tierra prometida» o «Manchester frente al mar» («Manchester by the sea»).
Se sabe un privilegiado, pero está especialmente satisfecho de sus amistades en la industria: «A todos nos gusta este trabajo. Lo único mejor que hay es hacerlo con amigos», afirmó un intérprete a gusto tanto en grandes producciones como en proyectos independientes.
Para Damon, volver a Cannes, «el festival más icónico del mundo», es particularmente especial esta vez: «Siempre lo recordaré como el lugar en el que volví a estar en una sala con un montón de gente después de la pandemia», concluyó. EFE