Johannesburgo.- Sudáfrica perdió unas 47.500 dosis de vacunas contra la covid-19 a causa de la ola de violencia y saqueos que sufrió recientemente el país y que causó 330 muertos, informaron este viernes fuentes oficiales.
Las vacunas se perdieron a consecuencia del saqueo de más de 120 farmacias, de las cuales 71 eran puntos de vacunación tanto en la provincia de KwaZulu-Natal (este) como en la de Gauteng (donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria).
Las cifras fueron comunicadas este viernes por la ministra de Salud en funciones, Mmamoloko Kubayi, en una conferenciade prensa virtual desde KwaZulu-Natal, que fue la región más afectada.
La ministra se desplazó hasta esa área para evaluar los daños en el sistema sanitario y las interrupciones en el plan de vacunación.
Pese a las disrupciones provocadas por el estallido de violencia, el Gobierno de Sudáfrica -que con 2,3 millones de casos acumulados es el país del contiente más golpeado por la pandemia- es optimista respecto a un aumento del ritmo de vacunación en las próximas semanas hasta, al menos, unas 300.000 inoculaciones diarias (para una población total de casi 60 millones de personas).
Hasta la fecha, tras un inicio muy lento de la vacunación, la nación más desarrollada del continente africano aplicó algo más de 6 millones de dosis y unos 2,2 millones de ciudadanos cuentan con la pauta completa.
Recientemente el país sufrió una tercera ola de contagios récord -impulsada por la variante delta- cuyos máximos parecen por fin estar quedando atrás, pero ahora se teme un repunte de casos relacionado con los disturbios de las semanas pasadas.
«Estamos extremadamente preocupados porque las acumulaciones de gente que vimos durante la agitación social en las dos provincias, Gauteng and KwaZulu-Natal, puede llevar a otra escalada de los números. Estamos vigilando la situación muy de cerca», afirmó Kubayi.
LAS MUERTES POR LOS DISTURBIOS, REVISADAS A LA BAJA HASTA 330
En esta jornada, en la que se cumplen dos semanas desde los primeros incidentes y una desde que el Gobierno confirmara que consideraba la situación ya «estabilizada», el Ejecutivo de Cyril Ramaphosa revisó a la baja las cifras de fallecidos respecto a la actualización ofrecida el día anterior.
En una rueda de prensa, la ministra en funciones de la Presidencia de Sudáfrica, Khumbudzo Ntshavheni, transmitió que el total de fallecidos oficialmente relacionados con el estallido de violencia pasaba, de acuerdo a las investigaciones policiales, de 337 a 330.
«El número de muertes se revisa cuando hay una confirmación positiva de que las muertes estuvieron relacionadas con los incidentes o cuando los heridos sucumben por sus lesiones», dijo Ntshavheni.
«La Policía está continuamente comprobándolo. Por eso es por lo que se sigue revisando la cifra, no es necesariamente que haya nuevas muertes», agregó.
Esta oleada de incidentes violentos comenzó el pasado 9 de julio, inicialmente en forma de protestas por el encarcelamiento del polémico expresidente Jacob Zuma (2009-2018) por el desacato judicial cometido al negarse repetidamente a declarar por corrupción.
En los siguientes días, los altercados se replicaron en otras zonas -especialmente en Johannesburgo- y se tornaron en una cascada de disturbios y pillaje masivo sin precedentes para la democracia sudafricana, con turbas arrasando centros comerciales y tiendas, quemando edificios y vehículos y cortando carreteras y calles.
El estallido de violencia se veía así alimentado por problemas sociales preexistentes, como la extrema desigualdad, el desempleo, los elevados niveles de criminalidad general en el país y el malestar por la pandemia de covid-19.
Solo a partir del 14 de julio las autoridades empezaron a retomar el control de las zonas afectadas, gracias en gran medida al despliegue de 25.000 soldados para apoyar a la sobrepasada Policía.
Los incidentes fueron «instigados» y «hubo gente que los planeó y los coordinó», afirmó el presidente del país, Cyril Ramaphosa,. EFE