Carapaz, la derrota al poder y a la prensa deportiva

Rubén Darío Buitrón

Hay que leer muchas veces estas palabras.

‘’Para mí es especial, esto lo disfruto yo. He sido un deportista que ha salido sin el apoyo del país, nunca han creído en mí y este oro me pertenece a mí y a todos los que me apoyaron. Yo sé que todo el mundo querrá festejar esta medalla, pero es para los que realmente me respaldaron. Al final nunca han creído en mí, solo ciertas personas, pero ahora aquí estoy, disfrutando de un sueño cumplido. Hay que dar oportunidades a los deportistas que realmente lo merecen’’.

Si captamos los entrelíneas de esta declaración de Richard Carapaz, flamante campeón mundial en ciclismo de ruta en los juegos olímpicos de Japón, estamos leyendo una historia más de cómo el poder -el actual y los anteriores- no entiende la necesidad de desarrollar políticas públicas.

Los medios adolecen de una miopía que se vuelve patética a la hora de no tener visión para ir más allá de su círculo vicioso de hablar de fútbol profesional y dedicar miles de horas al año a mirarse el ombligo con un deporte que no es el único y que ni siquiera nos ha dado alegrías más allá de unas clasificaciones al Mundial, donde ha sido eliminado tempranamente, y una que otra copa continental de clubes.

Lo mismo ocurrió hace veinticinco años, cuando el cuencano Jefferson Pérez ganó la primera medalla de oro olímpica en otro deporte del que jamás habían hablado los periodistas deportivos locales: la marcha.

Y aunque lo que hizo Jefferson Pérez fue una hazaña, sin el apoyo ni del poder político ni de los periodistas especializados, ninguno de estos sectores aprendió la importancia de que el país empuje hacia arriba los deportes en los cuales, tal como demuestra la realidad, el país tiene perspectivas para desarrollarse en el ámbito internacional.

Pero la ignorancia, la subestimación y el analfabetismo de la mayoría de periodistas deportivos ecuatorianos es parte de un círculo vicioso donde también mal interviene la empresa privada.

Los expertos hablan de fútbol y llenan de fútbol los horarios radiales y la empresa privada invierte grandes sumas de dinero en publicidad para que el público y los aficionados relacionen y establezcan un matrimonio inconsciente entre la marca y el club y el futbolista.

Sin embargo, es indignante que durante los veinticinco años que separan a las medallas de oro de Jefferson Pérez y la de Richard Carapaz, los medios y el poder político no aprendieran nada.

Qué paradójico. Han pasado dos generaciones para que no suceda nada nuevo, para que nada cambie, para que los periodistas deportivos del pasado entreguen la posta a los del presente sin ningún cambio, sin ninguna reflexión, sin ningún giro de mentalidad ni de objetivos.

¿Cuándo hablan de grandes deportistas que se juegan solos, sin apoyo de nadie, su sobrevivencia como el boxeador Chito Vera, la ajedrecista Carla Heredia, el corredor Alex Quiñónez, entre los más destacados?

Ahí está el quid del asunto, la gravedad de una indiferencia: la falta de conocimiento o desprecio que los periodistas deportivos sienten hacia otras disciplinas y actores notables como los citados hace que el público que escucha y ve caiga en un analfabetismo que no le permite conocer, peor apoyar, a esos deportes y a esas estrellas a las que nadie les da una mano.

Leamos de nuevo, hasta que se nos haga carne.

‘’Para mí es especial, esto lo disfruto yo. He sido un deportista que ha salido sin el apoyo del país, nunca han creído en mí y este oro me pertenece a mí y a todos los que me apoyaron en su momento. Yo sé que todo el mundo querrá festejar esta medalla, pero es para los que realmente me apoyaron’’.

Cuánta razón tiene Carapaz, un humilde ciclista de la ruralidad carchense que cuando fue a tocar puertas en los gobiernos y en la empresa privada recibió indiferencias y negativas que lo llevaron -y esto es una vergüenza para el Ecuador- a buscar apoyo en Colombia, donde sí existe una política pública sobre los deportes y donde respaldan, sin dudarlo un instante, al ciclismo.

Colombia es grande en este deporte porque hace años entendió que esa era su fortaleza, que entre los miles de ciclistas que todos los días recorren las vías de su país entrenando por su cuenta es lógico que existan atletas a los cuales es necesario reclutar para que su país sea considerado una de las más importantes potencias de esa disciplina en el mundo.

Así que, si existiera una actitud autocrítica en el periodismo deportivo ecuatoriano, de inmediato habría que cambiar o fortalecer sus agendas temáticas apoyando, como dice Carapaz en su declaración, a los deportistas que realmente se lo merecen.

El público también debe exigir cambios y mentalidad abierta a ese periodismo deportivo autómata que todos los días habla y escribe sobre fútbol porque, en otro círculo vicioso, teme perder las audiencias.

Hace más de once años (4 de mayo de 2010) apareció un inédito artículo aparecido en diario El Comercio, de Quito, sin firma de autor, en el que se trataba de hacer un ejercicio reflexivo y autocrítico acerca del rol del periodismo deportivo.

El texto traía el titular esclarecedor: ‘’Al periodismo deportivo le falta preparación’’. Esto también hay que leer con atención.

‘’La cobertura de la información la puede realizar cualquier periodista con preparación. Pero los periodistas deportivos nos hemos limitado a tratar las noticias solo desde un ámbito (…). Seguramente, no nos involucramos demasiado para evitar errores y ocultar nuestras deficiencias. Entonces, omitimos cosas y nos centrándonos solo en la actividad deportiva.

¿Eso quiere decir que al periodista deportivo le falta una visión más integral? En algunos casos, sí. Cuando trabajé en prensa escrita, un editor me dijo que el periodista debe ser todólogo. Debemos tener un conocimiento más amplio de lo que implica un deportista en la colectividad. Sí deberíamos investigar e involucrarnos más.

¿Eso ocurre por la falta de autopreparación del periodista o es un problema educativo de formación? Existen responsabilidades compartidas. Pero cuando no se aprende en las aulas, existe la opción de investigar por cuenta propia. En general, hay falta de investigación después de la universidad. Por ejemplo, antes de cubrir un torneo se debe indagar sobre las reglas de la disciplina deportiva. Es igual en la profesión. El periodista debe ampliar su espectro. La autopreparación es vital’’.

Eso es lo que se dice, pero, sin duda, veinticinco años después no hemos aprendido nada. No hemos aprendido que hacer periodismo deportivo implica a todas las disciplinas, no solo al jugador que patea el balón. No hemos aprendido que para conseguir más medallas se necesita apoyo real, concreto, que los deportistas de élite requieren becas para que los mejores deportistas de todas las disciplinas puedan desarrollar su preparación sin tener que preocuparse de su manutención y la de su familia.

Qué triste es comprobar que ni la prensa ni el poder gubernamental entienden la dimensión del deporte y su amplia y multidisciplinaria actividad.

Tan absurdo resulta todo esto que el sábado hubo influencers hipersensibles y resentidos que escribieron que Carapaz ‘’ya no merece apoyo’’, como si lo que ellos hacen en redes sociales pudiera compararse al inmenso y extraordinario trabajo de nuestra gloria deportiva.

Es paradójico y hay que repetirlo las veces necesarias hasta que el poder político y el periodismo deportivo entiendan que una vez más, así como hace veinticinco años con Jefferson Pérez, Richard demuestra que ha llegado el cambio en el periodismo deportivo, el cual debe abrir el abanico temático para enseñar a su público a valorar y estar pendiente de lo que ocurre con nuestras estrellas.

Carapaz ganó, pero es evidente que lo hizo fuera de los gobiernos de turno, los medios de comunicación obsesionados con el fútbol y la empresa privada.

Por eso, sin duda, cabe decir que Richard derrotó al poder y a la prensa deportiva.