Festejando otra medalla olímpica de oro de nuestra nación, en su trayectoria competitiva, llenos de regocijo de saber que el pundonor de Richard Carapaz, un compatriota, que vivió en la pobreza del agro de los andes, forjando el carácter recio para vencer obstáculos de la adversidad económica y carencia de bienes y servicios, cuando su bicicleta es arranchada de la chatarra, con todo y esto configura una carrera deportiva que, gracias a la visión de cazadores de talentos, se fue forjando con metodología extranjera, en su modelo de preparación. En equipos de Colombia, España y ahora Inglaterra. Cuando gana el galardón dice que el triunfo es de él y que no recibió apoyo de entidades nacionales, sabiendo que se suponía de sus posibilidades para ganar una presea en Japón.
Más allá de sus declaraciones, el país se adueña de este resultado y lo hace suyo, convirtiéndose en ejemplo vivo a seguir; en la cultura deportiva, probablemente será difícil emular su hazaña, pero, a cuántos niños y jóvenes puede impulsar a cultivar con el ejercicio su desarrollo, alejados de las drogas y de los malos hábitos. Este es un triunfo colectivo en el imaginario de la población, que bien nos merecemos un momento de alegría ante tanta ignominia, de los atracos sistemáticos al erario nacional, pero, irónicamente no hay para apoyar ni siquiera a los deportistas de élite. Qué barbaridad, que debería ser enmendada en homenaje al nuevo medallista olímpico.
Cuando Jefferson triunfó en una de las lides internacionales, que ya nos había acostumbrado, en sus primeras declaraciones y rodeado de la bandera patria, dijo algo así, respecto de que al menos hacía declaraciones libres, que daba entender que no lo podía en su país. Eran otros tiempos, cuando los obsecuentes al poder pululaban alrededor del líder popular, que en algunos casos llevó a la controversia, de quienes apoyaban y otros denostaban de estas advertencias. Sin embargo, con el tiempo se pudo colegir sin duda que se había hecho apología de la censura en medios de comunicación, que eran llevados a los tribunales con desproporcionadas indemnizaciones para los demandantes. ¡Para no olvidar! (O)