Los fallecidos por Covid 19 en estos últimos dos meses, en su inmensa mayoría son a causa de no haberse colocado ninguna de las dosis de la vacuna. Viví de cerca el caso de un buen amigo a quien tuvimos que despedirle el jueves pasado. Un hombre afable, bueno por condición, comedido, generoso y buen conversador.
Más de 12 años conocí a Paulacho como cariñosamente le llamábamos, en su tienda de la Remigio. Sus amigos extrañaremos su partida, y en nuestra profunda reflexión interna, convenimos en que la bondad y demás méritos, incluida su buena salud, su condición de deportista, y sus dieta sana, no le sirvieron en absoluto a la hora en que el virus fatal entró en su organismo.
El, como muchos incrédulos, cuestionaba la eficacia de las vacunas. Su decisión fue no recibir las dosis, porque creía en leyendas o cuentos, sin ninguna base. La inmensa desinformación, la incidencia de malos consejeros, hicieron presa de su decisión.
Aún, a pesar de que las estadísticas y números fríos son claros en indicar la efectividad de las vacunas, todavía un buen porcentaje de la población, por cualesquiera de las razones, no quieren vacunarse. Y con eso, son portadores del virus, contagian a los más vulnerables, o pueden morir como el caso de nuestro querido amigo. Debemos seguir cuidándonos igual o más que hace un año.
Que la ausencia de Paulacho, sea un espejo para quienes amamos la vida, la solidaridad con los demás, el cariño con los familiares más cercanos. Ahora que el presidente Lasso hace esfuerzos supremos para tener las dosis a la mano; cuando la sociedad internacional ha calificado al Ecuador con 100/100 por la eficacia del programa, y la espectacularidad de la logística médica implementada, ya no debería haber pretextos para no acudir a la vacunación.
El recuerdo de mi amigo, y el de muchos otros que murieron en esta pandemia por no creer en la vacunación, debe servirnos de ejemplo. Un buen hombre se fue en la madurez de sus 40 años; él como muchos otros descansan en paz, pudiendo haber seguido en este mundo que, con todas sus dificultades, sigue siendo maravilloso. (O)