El gobierno actual está muy empeñado en asegurar que la administración pública sea eficiente, importante objetivo, que debe replicarse a todo nivel de nuestro sistema económico, es decir los agentes económicos (empresas, familias, gobierno y sector externo) debemos buscar ser eficientes y eficaces.
Pero, qué debemos entender por eficiencia y eficacia, al menos una definición sencilla establece que este primer concepto se refiere a hacer más con menos y el segundo a hacerlo de manera efectiva, por lo tanto, el gobierno debe ahondar en la efectividad (efectividad=eficiencia + eficacia). Estos conceptos se relacionan con otro muy importante, el de la productividad, que en esencia es la capacidad de producción de una economía con los factores disponibles (trabajo, capital, tecnología y tierra) y aumenta cuando se es capaz de hacer más con los mismos recursos, y esa eficiencia es, a largo plazo, el mayor determinante del mejoramiento o empeoramiento del nivel de vida de los ecuatorianos. Estos conceptos llevados a aplicaciones a actividades o empresas, por ejemplo, se ha pedido en la función judicial, en la asamblea, en el IESS, en banca, en la agricultura, transporte, en hospitales, centros educativos, centros de rehabilitaciones, etc. Y si todos entendemos y ponemos en acción estos conceptos, de seguro Ecuador mejorará sus niveles de competitividad.
Una aplicación de la medición de la eficiencia técnica la estamos investigando en dos industrias: la bancaria y la de salud. Se ha determinado una eficiencia técnica promedio de 86,96% y una eficiencia operacional de 79,09%, además estamos evidenciando que los determinantes de la eficiencia técnica en la industria bancaria son: (i) el tamaño de los activos, (ii) su rentabilidad (ROA), (iii) la liquidez, (iv) el tamaño del mercado y (v) la inversión en tecnología. Hay consenso de que mayor competencia conduce a mayor eficiencia, todavía no hay consenso de que en un mercado pequeño se alcance la eficiencia cuando no existe un número limitado de entidades financieras. (O)