Las necesidades y aspiraciones de un Estado son innumerables y no existe fórmula alguna para que, en el ejercicio del poder, pueda un gobierno satisfacerlas en su integridad. Para bien o para mal la capacidad de razonar lleva a que, por diversos factores, no haya unanimidad en urgencias para satisfacer preferencialmente tales o cuales necesidades. No se trata tan sólo de diferencias entre individuos sino entre agrupaciones culturales y sociales con visiones distintas de la importancia de tales o cuales necesidades. El entramado social y los procesos históricos dan lugar a estas diversidades que son positivas para la colectividad y han fomentado el progreso en múltiples áreas.
Siendo la meta de un gobierno avanzar hacia el bien común, las circunstancias en que asume el mando llevan a que se dé preferencia a la satisfacción de urgentes necesidades. En los tiempos actuales, es evidente que la pandemia que ha agredido a toda la humanidad genera muchas limitaciones en el desarrollo y que es obligación de los gobiernos combatirla para salir adelante cuanto antes. El gobierno ha asumido con seriedad este reto y la intensificación de las vacunas avanza a muy buen ritmo mostrando que no fue una mera oferta de campaña. La receptividad ciudadana ha sido positiva, ya que el COVID 19 no tiene ideología.
El avance de proyectos de diversa índole será posible cuando se supere este problema de salud. No importa el costo de esta campaña ya que es preciso retornar a la normalidad para abordar con eficiencia otros planteamientos. En todos los países el deterioro económico por el COVID 19 es muy fuerte y, cuanto más pronto se derrote al virus se volverá a la normalidad. Es incoherente que en el poco tiempo que lleva el gobierno agrupaciones que buscan notoriedad realicen marchas con otros propósitos, lo que demuestra que para ellos su protagonismo negativo es más importante que el bienestar social.