Qué importante es el buen humor

EL ABUELO NOS COMENTA 

Elogiable y envidiable es el buen humor de las personas; muy loable y saludable constituye esta cualidad humana muy valiosa que, con palabras, actos y gestos graciosos, excita el ambiente y provoca en los demás, risas, carcajadas y una parlería de sentimientos regocijantes que amenizan la vida y ayudan a superar la tristeza y el dolor. Por eso aseveraba Mahoma: “El que hace reír a sus compañeros merece el paraíso”. 

El sentido del buen humor es una capacidad destacable en muchas personas, cuyo espíritu chistoso exterioriza el ánimo y la gracia personal que hace reír a todos. Se presenta como jovialidad y gracia aguda que complace y divierte a grandes y pequeños, mostrando el lado alegre, el chusco o el ridículo de la vida, a veces. 

Existen también personas no chistosas pero que tienen un refinado y disimulado sentido del humor en la tercera edad; son amables, oportunos y saben tomar la vida con afabilidad y alegría, ver el lado positivo de las cosas y de los acontecimientos sin perturbarse ni provocar disgusto a nadie. Seres envidiables con un gran valor en su interioridad personal, que traslucen una serenidad espiritual contagiosa, propia de almas grandes. 

No es fácil encontrarse con personas de buen humor, pero cuando esto sucede, gozamos y sintonizamos con ese claro bien humano que despierta mucha satisfacción interna y una visible alegría exterior. Es una muestra de que este gran valor innegable en bien y para la alegría de todos. 

Si es una capacidad potencial de toda persona pero que no ha sido cultivada, aprovechada ni explotada por la gran mayoría en el mundo, ¿no es hora de cultivar este bien para hacerle “buena cara al mal tiempo” de la pandemia y otros males del mundo? 

Este valor quedaría a ser un reto saludable para los que hemos nacido con el ceño congelado y sin ganas ni gusto de hacer reír a nadie. 

En el mundo y en la vida humana siempre ha habido, por obvias razones, más dolor y tristeza que alegría; y en el de hoy existe una corriente generalizada de preocupación y competencias, estrés, ansiedad, depresión… y suicidios. Es cuando la iridiscente gracia del buen humor puede, al menos, sosegar esas variedades perniciosas. 

Además, el buen humor pacifica, amansa a los beligerantes, une a los opuestos, acerca a los enemigos y puede incluso propiciar lo inverosímil entre ellos: la solemnidad de un abrazo. 

El valor del buen humor, no es en vano entre los humanos. 

Por: Román Izquierdo Beltrán / Asociación Académica Ecuatoriana de Literatura Moderna e Historia. 

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