La historia de Afganistán está signada por el control de antiguas rutas del comercio, el contrabando y el narcotráfico, un territorio hostil y complicado desde tiempos remotos.
El retiro de las tropas estadounidenses ordenado por el presidente de los Estados Unidos en abril pasado, luego de varios años de una costosa ocupación que le causó bajas dolorosas, parece haber precipitado la reanudación de los afanes de los talibanes por reconquistar el poder.
El talibán es un poder paramilitar musulmán de orientación sunita, de relativo origen reciente, pero con gran potencial de movilización y operación.
Ni las tropas combinadas de los Estado Unidos y la OTÁN, ni la propia invasión norteamericana fueron capaces de establecer control militar. Millones de gastos militares, muertes de soldados y civiles hacen que el tablero sangriento del ajedrez de Afganistán no sea dominado por ninguna de las potencias durante y después de la propia guerra fría.
Hace pocos días, Kabul capital de Afganistán, cayó en manos de los talibanes sin que las fuerzas nacionales opusieran resistencia. La extensa frontera de Afganistán con seis países, hacen de esta zona un núcleo clave o quizá por esa misma razón, un plato tan apetecible como inaccesible.
La historia es un puente que une el pasado, el presente y el futuro. El éxodo vuelve a ser historia común como en tantos episodios de este siglo (Venezuela, Siria), y los datos internacionales hablan ya de 390.000 afganos que huyen dejando su pobre tierra atrás, como en las viejas historias bíblicas con alguna mula, cabra, y unos cuantos pertrechos, la familia y la incertidumbre como único horizonte.
Escribo estas palabras porque siento el dolor de tanta víctima inocente de un conflicto en el que no tiene ninguna culpa, y si el destino me impidiera sentir esto, entonces mi vida no tendría ningún significado.
La humanidad se enfurece como la tempestad, pero suspiramos en silencio frente a la tragedia de los hermanos afganos. Grandes intereses económicos y geopolíticos, son los que han provocado en Afganistán un desastre humanitario de gran magnitud.
Qué pena que las cosas materiales, la codicia, el autoritarismo y el fanatismo religioso envilezcan a los hombres sin que éstos se den cuenta. (O)