Han transcurrido tres meses y unos días desde que el nuevo gobierno asumió el poder, tiempo adecuado para poder opinar sobre la manera cómo se está llevando a cabo la gestión. Inició sus actividades con un fenómeno universal negativo que afecta a todos, más allá del poder económico y nivel de desarrollo de los países: la pandemia del coronavirus, sobre la que no hay experiencia en el pasado. En el tiempo transcurrido se han creado vacunas que podrían frenar esta enfermedad, debiendo cuanto antes aplicarla a la mayor parte de ciudadanos. El actual gobierno ha asumido con entereza y esta situación y se ha intensificado significativamente el proceso cuyos primeros efectos positivos parece que ya se dan.
Fue una oferta de campaña que se está cumpliendo, lo que contribuye a que la ciudadanía mitigue el escepticismo por ofertas no cumplidas con diversos pretextos. No se trata de un operativo simple, había que contar con una importante provisión de vacunas provenientes de otros países, lo que se ha conseguido, al margen de las orientaciones de los productores. La organización es eficiente y está llegando a los diversos sectores. La colaboración ciudadana ha sido positiva al reducirse las largas esperas e incumplimientos. La contribución del sector privado ha sido importante lo que muestra que hay que recurrir a todos.
Más allá de la salud, los efectos económicos de esta pandemia son muy fuertes; si se logra combatirla con éxito se crean condiciones adecuadas para que funcione la reactivación de la que tanto se habla y hará posible una serie de medidas que superen este estancamiento. En sus intervenciones no hay el insulto ni la amenaza propias del correato, pero sí firmeza para aquellos prepotentes, “disfrazados” de pobres que tratan de ordenar al primer mandatario. En situaciones conflictivas como el aborto, ha manifestado que las decisiones institucionales están sobre sus creencias individuales, lo que demuestra que para él la democracia es en serio.