¡Ah, la fama! ese virus engañoso que corroe el alma humana y recorre todos los estratos sociales; la burguesía criolla, el intelectual mediocre, el político corrupto, el macondiano paisito y el canalla griterío de los mass media (esos espacios malolientes de cantina en los que el buen gusto, la dignidad y la decencia nunca existieron) entonces llega para salvarnos, una vez más, la literatura con Andersen y su “Traje nuevo del emperador” y “La vida es sueño” de Pedro Calderón de la Barca, tan solo para referirnos a obras imprescindibles para su enseñanza a los niños; la fama que te obliga a calumniar con la boca y a rezar con los labios, la misma que alaba a los Pilatos e incita a recoger las migajas de sus manteles dorados. Así, “El tiempo gran escultor” de la Yourcernar, el Eclesiastés con su “Vanidad de vanidades” el Baghavad-guita y el Kibalión, obligan a mantener la mente en calma y huir de la lengua hirviente. ¡Nada como una buena lectura para saber que todos somos del mismo barro! ese lodo que puede fecundar nuestro planeta porque, aunque suene ridículo, es la única oportunidad que tenemos para ser semilla. Así estas y otras reflexiones cuando, nuevamente, comprobamos que el día internacional del árbol pasó desapercibido aquí en este paisito, víctima de todo tipo de erosión física, moral y ética. Y es que los temas serios y de fondo se hunden en el marasmo del aquí y el ahora. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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