Al futuro hay que mirarlo sin miedo, y más aún cuando este futuro implica la conservación la única casa que tenemos. Y esto lo digo con la mirada puesta en una de las grandes revoluciones tecnológicas del siglo: la electromovilidad y la substitución de los vehículos de combustión interna, basado en combustibles fósiles, por los automotores de sustentación eléctrica.
Y si bien es cierto que, pese a sus enormes beneficios, los vehículos eléctricos aún no son una realidad en el Ecuador, hay razones para ser optimistas: solamente entre enero y julio del 2021, se comercializaron 108 vehículos eléctricos (un valor más alto que las ventas combinadas del 2019 y el 2020) para formar parte de un nuevo parque automotor que en el mundo ya bordea los 13 millones. Además, el desarrollo de la tecnología se encuentra ya en una etapa de plena madurez. Y si bien no podemos negar que el costo se convierte en un limitante, innumerables estudios demuestran que el costo final es menor, al punto que, por cada kilómetro, un vehículo eléctrico cuesta entre el 10% y el 15% de lo que cuesta un vehículo con combustible. Sumemos el destino incierto del subsidio a los combustibles y la exención tributaria de los vehículos eléctricos para llegar a una conclusión inevitable: la apuesta por la electromovilidad es el futuro.
Desde luego, para hacer de esto una realidad, no será solamente el ciudadano, sino el Estado el que le apueste al futuro. La necesidad de electrolineras (estaciones de servicio para cargar energía), los esquemas tarifarios preferenciales en el consumo eléctrico; la legislación actualizada y el uso de vehículos eléctricos para el transporte público serán los primeros desafíos. Desafíos sobre los cuales ya existen iniciativas importantes. Esta misma semana, el alcalde de Cuenca y el concejal Diego Morales han inaugurado la segunda electrolinera de la ciudad. Guayaquil, Quito y Loja han hecho lo propio; y la Asamblea Nacional ha emprendido en normativa para promover la movilidad sostenible. El Ecuador, es verdad, se va comprometiendo con el gran proyecto. Sin embargo, falta aún muchísimo por hacer. Y este, no otro, es el momento… (O)